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Real Madrid, la leyenda interminable

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¡Qué final! Un partido cargado de emociones, disputado hasta el último aliento por todos, con cuatro goles, dos tiros al palo, dos lesionados arrasados en lágrima, porque ven que se les marcha el Mundial. Dos pifias tremendas de Karius, que al final del partido se excusaba con claros gestos de arrepentimiento ante su público, y golazo sensacional de Bale, que salió con el 1-1, con el partido en el alero, y lo resolvió. Una final grande, que confirma de nuevo que por mucho fútbol que hayas visto te quedan cosas por ver, como ese gol de Benzema o esa chilena de Bale. Un partido que encumbra a Zinedine Zidane, tres Champions en dos años y medio.

Para el Madrid son tres Champions consecutivas, cuatro de las cinco últimas. Es un enorme logro de un grupo que está recuperando para la época de color las glorias de los mejores momentos del club. Un grupo que ha permanecido en lo esencial desde Lisboa, bien manejado primero por Ancelotti, ahora por Zidane. Entre uno y otro vivió el paso de Benítez, que dejó su aportación, Casemiro, que vino a darle al equipo un equilibrio que con frecuencia le faltaba. Un grupo que han liderado a medias entre Sergio Ramos y Cristiano, que sorprendentemente ayer hizo unas declaraciones de distanciamiento del club nada más acabar el partido.

Cristiano no marcó, ni fue de los mejores, pero a la final sí se ha llegado por sus goles, como se llegó a los títulos anteriores. Pero con todo lo importante que ha sido, hubo Real Madrid antes de que él llegara y lo habrá cuando él se haya ido, quiera Dios que cuanto más tarde mejor. La fuerza es el grupo, ese grupo que hizo pasillo al Liverpool reconociendo el mérito de un equipo que sufrió serias desgracias (la lesión de su estrella, los dos regalos infantiles de su portero) y que peleó con una dignidad tremenda por su leyenda, que también la tiene. Pero sólo puede ganar uno, y en esta competición ya se sabe a quién le toca.