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Isco dio un recital en su querida Málaga

La chicha de la jornada estuvo el sábado en el Camp Nou, donde el Barça se jugaba mucho. Después del chasco de Roma y de la consiguiente lluvia de críticas y hasta autocríticas, el partido contra el Valencia era delicado. A saber qué hubiera ocurrido en caso de una nueva derrota. A muchos les vino a la memoria aquel hundimiento del Madrid de Queiroz, que iba para triplete y acabó sin nada, perdiendo los cinco últimos partidos de Liga. Como este Barça, aquel Madrid apenas utilizaba el banquillo y llegó al final agotado y falto de espíritu. Ganando al Valencia, Ter Stegen mediante, el Barça cerró una crisis que pudo hacerse gigante.

Valverde puede, pues, respirar tranquilo. La Champions se le escapó, pero LaLiga tiene un valor que volverá a apreciarse, y además el Barça tiene abierta la posibilidad de ganarla invicto, algo que sólo se ha conseguido dos veces, y en tiempos remotos: el Athletic en 1930 y el Madrid en 1932. Pero eran ligas de diez equipos, 18 partidos. No era lo mismo. Desde entonces no ha vuelto a pasar. Eso de si el Barça puede o no acabar esta liga invicto le puede dar un interés extra al próximo Clásico, que cae justo después de las semifinales de Champions del Madrid frente al Bayern. A falta de pasillo, ya tenemos carga para ese partido.

El Atlético cumplió, con tres goles en el ‘Día del Niño’, uno de ellos del Niño genuino, Torres, al que Simeone nos enseñó durante media hora, y se le vio bien. En cuanto al Madrid, arrancó otra hoja del calendario en Málaga, donde el personaje fue Isco. Natural de allí, triunfador allí antes de venir al Madrid, querido por sus paisanos... Se sintió cómodo. Marcó un gran golpe franco y le dio el segundo gol a Casemiro, en una jugada preciosamente hilada en la que brilló sobre todo la maniobra de Benzema. El Málaga salvó la honrilla al final, con un gol sobre la hora. Se nos va a Segunda, y es una lástima. Han sido unos años magníficos.