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Más pendientes de los hinchas del OM que del fútbol

De nuevo Bilbao fue el centro de atención del planeta fútbol, pero por el sentido más negativo. Las cloacas del balompié. Los ultras del Olympique, como los del Spartak hace apenas dos semanas, con una muerte a cuestas por infarto de un ertzaina, Ino Alonso, en aquella ocasión, la volvieron a armar. Casi sin parar su eco, sucedió casi lo previsible, lo presagiado desde hace semanas cuando tocó en suerte el cruce con el rival francés. Dos vigilantes de seguridad de San Mamés fueron heridos en la entrada del estadio por los radicales galos. Tres de los hinchas del OM fueron detenidos implicados, en grado aún por determinar por las pesquisas policiales, con estos hechos tan deleznables.

En esta ocasión parece que se va a quedar en un susto, pero los hechos son tan lamentables y detestables que el público de San Mamés estuvo casi más pendiente el sector de la tribuna lateral sur alta que de lo que sucedía en el campo, que vaya tela tenía. El equipo de desangraba en el césped con una eliminación merecida en los octavos de final de la Europa League, mientras los hinchas del OM se dedicaban a encender bengalas, mantener en jaque a media dotación de la Ertzantza, otros 200 de la seguridad privada contratada por el Athletic, y encima brincando y cantando “Puta Bilbao” con total impunidad. Como si no hubiese un mañana. Con el público bilbaíno abroncando a los galos en medio del humo generado por las bengalas, la Brigada Móvil tuvo que actuar con contundencia para arrinconarles aún más. Mientras, su equipo ajusticiaba en el verde a los leones en medio de la humareda.

La única nota positiva de quedar apeados de la Europa League es no pensar en los radicales del próximo rival, el operativo y los bares guardando las terrazas y las vajillas. Bilbao será de nuevo conocido por el Paseo Volantín, el Guggenheim, el Casco Viejo, los pinchos, Pozas o el Puente de Deusto y no por desgarramantas indeseables que siembran el pánico por donde pisan.