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Los ultras del Marsella ensuciaron la noche

Habrá que prohibir el desplazamiento de determinadas aficiones en las competiciones europeas. Se debería haber hecho ya. Es lastimoso pedirlo, es más lastimoso necesitarlo, pero ha de hacerse ya. Claro que hay que respetar el derecho de las gentes a moverse, pero no hay por qué vender entradas a radicales que llevan la bronca de aquí para allá. Y puede hacerse. En España ya se hace. Hay un registro de miembros de las gradas de animación, con huella dactilar. Al que hace el burro no se le deja entrar en el campo propio, ni puede comprar entradas para ir fuera. Donde el club colabora, funciona, y colaboran casi todos.

En Europa hay que hacerlo, y uno de los clubes a vigilar es el Olympique de Marsella, en el que ya vimos no hace tanto, en eliminatoria contra el Atlético, cómo de complaciente es con sus Ultras. Anoche hicieron la trastada en San Mamés, donde han despedido la Europa League con dos vigilantes apuñalados, aunque felizmente fuera de peligro. Ojo a Francia, cuyos dos clubes bandera, el PSG y el OM, han dado una medida ruin en esta eliminatoria. En el caso de los marselleses, lo peor es que siguen. Ahora tendremos que estar pendientes de a quién le va a tocar la china de aguantar a esos gamberros que ensombrecieron San Mamés.

Peste de gente, que nos amarga la víspera de un sorteo de Champions al que llegamos ilusionados, con Madrid, Barça y Sevilla en el bombo. Ojalá no se crucen. Una encuesta de As habla de que todos prefieren al Roma, normal. Más llama la atención el temor de madridistas y barcelonistas a la Juve, por encima del City y del Bayern. Por el otro lado, en la Europa League, me parece que hay poca duda: el coco es el Atleti, que ayer demolió al líder de la liga rusa a domicilio. Se le echa de menos en la Champions, pero en la Europa League puede obtener la gran compensación de la temporada. Quedan buenos equipos, pero ninguno como él.