Una UD imponente tutea al peor Barça

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El Barça jugó suave, como el color de su equipaje. Y la UD fue vibrante, como el reciente temporal que asoló Gran Canaria y cuya energía se quedó en el ánimo de un equipo formidable que pudo, además, haber ganado el partido.

El equipo de Valverde fue el peor de la temporada; tan solo Messi, rematador único del Barça de las ocasiones más mediocres, salvó la cara azulgrana, o albiceleste. Ningún pretexto tiene el líder para reclamar un resultado mejor. Ni combinó, ni imaginó; dejó que un equipo sin fuelle en LaLiga respirara hondo y dominara un partido que estaba hecho para un paseo y terminó siendo una batalla tan igualada como quiso Jémez.

La UD es un equipo que ha crecido con Jémez en orden y en afecto: quiere la supervivencia, ha fichado bien, y ha hecho dispendio (enriquecedor, para quienes se hayan enriquecido) de su mejor futbolista, Jonathan Viera. Este inconveniente fue salvado con lo que antiguamente llamábamos pundonor y que ahora se dice agallas.

Agallas de pescado canario, fuertes de sabor, saladas, llenas de sueño y de energía. Este empate le sabe a gloria, a gofio amasado con miel. Y para el Barça el empate es una derrota moral, un síntoma de desgobierno y por tanto, desde la perspectiva de su historia de este año, un fracaso técnico gravísimo, antesala del partido del año ante el Atlético.

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