Mbappé, nacido para triunfar

Cuando a punto de cumplir 17 años debutó con el Mónaco en la Liga francesa, ya se empezaba a barruntar que el chico llegaría lejos. Lástima que alguien no se diera cuenta antes, por ejemplo cuando tenía 14 y estuvo probando en Valdebebas y conociendo a su ídolo Cristiano Ronaldo. La foto del niño Mbappé con el chándal del Madrid abrazado a CR7 tiene que doler a algún ojeador . Bien es cierto que entonces no se había producido la explosión física de Kylian, que lo ha convertido en un caballo de carreras.

Sus largas piernas se hicieron robustas para permitirle ese tranco veloz y ligero, imposible de seguir por defensas que van al límite de sus pulsaciones. Imparable al espacio, también se mueve bien en las distancias cortas, frena y acelera en pocos metros y arma con rapidez su pierna derecha. Lee bien el juego y es generoso a la hora de asistir al compañero. Le falta quizá ese punto egoísta de cara al gol, la obsesión perturbadora que ha hecho grandes a otros con futbolistas con menos cualidades. Es, en definitiva, un Galáctico en ciernes.