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La teoría de jugar bien al fútbol

Me gustó escuchar a Pablo Machín decir que el Girona juega muy bien. De este equipo se ha dicho que se ha adaptado sin sobresaltos a la máxima categoría del fútbol español, que sus jugadores saben interpretar de memoria a lo que juegan, que tiene personalidad a la hora de encarar los encuentros, que es intenso, que nunca se da por vencido, que compite... pero muy pocos han dicho que juega bien. Desde que el Barcelona de Guardiola pusiera el juego de toque y posesión en un merecido altar parece que el concepto ‘jugar bien’ ha quedado reducido a eso. Evidentemente, es discutir sobre gustos, pero me parece igual de plástico convertir el partido en un rondo eterno en el que el rival ni la huele que salir a meterle ritmo al partido buscando constantemente la superioridad por banda para acabar con centros bien puestos al área como hace el Eibar o el mismo Girona.

Veo arte en el salir jugando desde atrás sin rifarla como practica el Betis de Quique Setién y lo veo en un equipo que aparenta dejarse dominar para meter un pase en diagonal desde la defensa que rompe la presión y deja solo a un delantero ante el portero. Puedo disfrutar con una pared en una baldosa como con un robo y una contra que se desarrolla en tan solo tres pases. Incluso con una defensa que se mueve como si aplicara una coreografía y no se descompone en ningún momento del partido. Reivindico todo eso y reivindico a entrenadores que, de vez en cuando, dicen lo que piensan sin importarles el qué dirán. Y Machín siempre ha demostrado que es de esos.