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Las pifias y la defensa de Mestalla

Las dos últimas eliminatorias del Valencia contra el Barcelona en la Copa del Rey, la que se disputó hace dos años y la que esta noche se decidirá en Mestalla, al menos le han servido al Valencia de Peter Lim para tropezar con sus propios errores y poder aprender de ellos. La primera vez le costó algo más de tiempo entender que con técnicos como Gary Neville no podía ir por la vida, si bien, uno encuentra algo de consuelo para digerir aquel 7-0 (y otros tantos varapalos recibidos en los últimos años) cuando mira hacia el banquillo de Mestalla y ve a un entrenador de verdad como Marcelino García Toral.

En esta ocasión, la metedura de pata no ha tenido que ver con lo deportivo sino con lo social. Los precios inicialmente puestos para el partido de vuelta quizás se ajustaran a los salarios de Singapur, pero no al bolsillo de sus abonados de Benimaclet, Requena o Benaguasil; bien porque su economía familiar no se lo permite o, simplemente, porque no querían pasar por el aro tras dos años de calvario. El presidente, Anil Murthy, con criterio y premura, ha entendido que más vale asumir la pifia que quitarle madera a la caldera de Mestalla. Así, las entradas para el partido han cambiado más de precio que unos pantalones en rebajas, si bien, el fin justifica el bochorno y Mestalla dará aliento a los Garay, Gayà, Parejo y cía cuando Messi o alguno de los suyos tenga el balón, que seguro será durante más tiempo que ellos. Ya lo dijo Marcelino: “Le pido al público que nos ayude a defender”. Y sí, el Valencia debe hacer mínimo un gol. Pero sin defensa, difícil que haya lugar a la remontada.