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Super Bowl

Previa de la Super Bowl LII Patriots-Eagles para novatos

La dinastía de los Patriots se pone a prueba ante la mezcla de ortodoxia y football revolucionario que ha convertido a los Eagles en el mejor equipo de la temporada.

Jan 31, 2018; Minneapolis, MN, USA; General overall view of Philadelphia Eagles and New England Patriots helmets at U.S. Bank Stadium prior to Super Bowl LII. Mandatory Credit: Kirby Lee-USA TODAY Sports
Kirby LeeUSA TODAY Sports

En la madrugada del próximo domingo al lunes, a las 12:30 de la madrugada, el mundo del deporte de EEUU contendrá el aliento. Como todos los años, la tierra del universo ovalado de la NFL saldrá de su órbita en una confluencia de estrellas que durante tres horas poblarán el emparrillado del U.S. Bank de Minneapolis para decidir cuál es el mejor equipo de la galaxia.

Todo EEUU, donde las audiencias están viviendo una lenta decadencia, y el resto del mundo, donde la gente que sigue la NFL crece como la espuma, se sentará frente a la pantalla de su televisión para seguir un partido que, año tras año, se convierte en una montaña rusa de sensaciones donde nada es lo que parece, los marcadores se dan la vuelta bruscamente cuando nadie lo espera y es imposible hablar de favoritos, porque los pronósticos se destrozan cada segundo.

Y como le sucede a casi todo el mundo cuando está nervioso, sobreexcitado, y no puede contener los nervios, las cervezas, refrescos, hamburguesas y alitas de pollo, nachos y guacamoles se suceden al mismo ritmo vertiginoso al que vuela el balón sobre el campo. Ningún día se consume tanto en la sociedad más consumista del mundo. Ningún día hay tanta gente mirando el mismo programa en la pantalla de televisión… y ningún lunes amanece con tantas resacas y tanta alma en pena indispuesta para ir al trabajo.

Un fenómeno social, un descomunal acontecimiento deportivo… una experiencia que no te puedes perder.

Mucho más que deporte

La NFL, consciente del tirón de su gran partido, ha abierto la puerta a que el evento deportivo sea casi solo una excusa. Da igual que no te guste el deporte, no importa que odies el football americano o no lo entiendas, el programa tiene muchos otros alicientes que la convierten en gran evento. Este año, la responsable de la retransmisión será la NBC que, como pasa temporada tras temporada, convertirá la Super Bowl en el gran escaparate publicitario del año junto a la noche de los Oscars. Las grandes marcas tiran la casa por la ventana no solo para contratar un hueco en el que exhibir sus productos (30 segundos cuestan 7,7 millones de dólares), también para producir un ‘spot’ a la altura del acontecimiento del que se hablará durante semanas, tendrá que destacar entre las mejores producciones de la competencia y hasta habrá tenido que pasar un examen de calidad por parte de la cadena. En el día más grande del deporte estadounidense no vale cualquier cosa.

Por no hablar del show del descanso, que este año promete emociones fuertes con la vuelta de Justin Timberlake, un habitual en el evento que en 2004 protagonizó junto a Janet Jackson el famoso ‘affaire’ de la teta al aire que se ha convertido en, quizá, el momento más recordado de cualquier espectáculo de una Super Bowl. Veremos si Timberlake se atreve a hacer algún guiño sobre lo sucedido hace ya catorce años, pero si lo hace seguro que será uno de los detalles más comentados de la noche.

Como también está todo el mundo pendiente de cómo actuarán los jugadores cuando la cantante y actriz P!nk entone ‘The Star-Spangled Banner’, un himno de EEUU que este año ha estado en la NFL siempre en el punto de mira. Lo que hace año y medio fue iniciado por Colin Kaepernick como crítica a la actuación policial frente a las minorías raciales, se ha transformado en el momento perfecto para que los jugadores hagan valer sus derechos en conflictos con los propietarios, o incluso contra las políticas de Donald Trump, presidente de EEUU. ¿Cuántos jugadores se arrodillarán? En las casas de apuestas mucha gente se está jugando dinero también a adivinar este dato.

¿Dónde vas a ver tú la Super Bowl?

Fiestas de lujo, un parque de atracciones montado por la NFL, una ciudad, Minnesota, que alojará el partido en su nuevo estadio, el U.S. Bank, que es una maravilla arquitectónica y también una trampa mortal para las aves, que mueren a puñados desde su inauguración empotradas contra sus gigantescas pareces de cristal… Miles de detalles que convierten la noche en muy especial y la pregunta en casi obligada: ¿dónde vas a ver tú la Super Bowl LII?

Y claro, entre fanfarrias y festivales, también hay un partido de football americano. EL PARTIDO de football americano. Y este año juegan los de siempre, los New England Patriots, después de disputar por séptima vez consecutiva la final de Conferencia Americana, y el mejor equipo de la temporada, los Philadelphia Eagles, que regresan al gran partido trece años después cuando perdieron precisamente contra los New England Patriots.

Las armas de New England

Es complicado hablar de un favorito claro. Hace dos semanas lo eran los Patriots. El mejor equipo del siglo XXI y la mayor dinastía de la historia de la NFL. Una franquicia que ha jugado con esta ocho finales en los últimos 17 años, que ha ganado cinco de ellas y que, si gana el domingo, igualará con seis títulos a los Pittsburgh Steelers como la más laureada de la NFL en la era de las Super Bowls. Un equipo en el que juega el quarterback Tom Brady, el mejor jugador de la historia de este deporte por números, trofeos y juego, y dirigido por Bill Belichick, que en EEUU ya es considerado el mejor entrenador de cualquier deporte que ha pisado de faz de la tierra. Ellos dos han sido lo permanente en este equipo durante esta etapa dorada. Y a su alrededor ha ido cambiando los otros 52 jugadores año tras año sin que su competitividad se haya resentido ni un ápice. En estos 17 años, los Patriots solo se han perdido los playoffs en dos ocasiones, una en 2002, pese a que en 2001 y en 2003 ganaron la Super Bowl, y otra en 2008 cuando Tom Brady se perdió toda la temporada por lesión y pese a acabar con un récord de 11 victorias y 5 derrotas, números que en un año normal aseguran la clasificación.

Tom Brady merece un párrafo aparte. Jugará la final con 40 años sin haber visto mermado su rendimiento un ápice por la edad, y aspirando a convertirse en el jugador más viejo en ganar el título (sin contar kickers y punters) y en el primero en ganar seis anillos de campeón. Por el camino, el marido de Gisele Bundchen es uno de los máximos aspirantes a ser elegido jugador más valioso de toda la temporada, premio que se sabrá pocas horas antes del partido. Para desesperación del resto de las 31 franquicias de la NFL, Brady no tiene ninguna intención de retirarse y asegura que espera jugar por lo menos hasta los 45 años. Cuando lo decía hace algún tiempo los que le escuchaban se reían con él pensando que era una broma. Ahora ya no está tan claro que Brady se retire alguna vez. Incluso hay dudas de que sea humano. ¿Han llegado los extraterrestres a la tierra para colonizarla?

Otra curiosidad es que los Patriots ganaron su primera Super Bowl en 2001 a los Rams (NFC Oeste), repitieron dos años después (2003) frente a los Panthers (NFC Sur) y culminaron su primera trilogía el año siguiente (2004) ganando a los Philadelphia Eagles. Y justo después del partido abandonaron el equipo su coordinador ofensivo, Charlie Weis, y el defensivo, Romero Crennel. En una potencial segunda trilogía que culminaría este domingo si ganaran, se han impuesto en 2014 a los Seattle Seahawks (NFL Oeste), repitieron dos años después (2016) frente a los Atlanta Falcons (NFC Sur) y al año siguiente, éste, se verán las caras de nuevo con los Philadelphia Eagles. Y justo después del partido abandonarán el equipo su coordinador ofensivo, Josh McDaniels, y el defensivo, Matt Patricia. Tantas casualidades asustan.

Las armas de Philadelphia

Enfrente estarán los Eagles, que hace un mes parecían víctimas propiciatorias en estos playoffs después de que su quarterback titular, Carson Wentz, se lesionara gravemente en lo compases finales de la temporada. Pese a que ya tenían su clasificación hecha, nadie daba un duro por ellos. Y menos sabiendo que su sustituto sería Nick Foles, un quarterback que en su primera etapa en los eagles pareció muy prometedor, pero que desde entonces se había convertido en un mercenario que saltaba de un equipo a otro como suplente, o titular de circunstancias.

Sin embargo, los Eagles habían sido, sin duda, el mejor equipo de la temporada en la NFL . Su juego deslumbró en la primera mitad del año y, cuando parecía que era imposible que siguieran con el acelerador a tope hasta el final, mantuvieron el nivel y nunca se derrumbaron. Han respondido a la baja de su quarterback con una revolución en sus sistemas ofensivos que, literalmente, está volviendo locas a las defensas rivales, y metiendo una sexta marcha que parece milagrosa si consideramos la intensidad que ya eran capaces de imprimir a sus partidos.

Su entrenador, Doug Pederson, pertenece a una de las escuelas más ortodoxas de la NFL, pero ha evolucionado para mezclar sus profundos conocimientos del football más clásico con las nuevas tendencias, para dar un salto evolutivo que muy probablemente se contagiará al resto de los equipos en los próximos años. Además, se ha rodeado de Frank Reich como coordinador ofensivo y Jim Schwartz en la faceta defensiva para crear un staff técnico que ahora es la envidia de media NFL.

Si en 2004 Patriots y Eagles protagonizaron una de las batallas más intensas que se recuerdan en la Super Bowl XXXIX, con algunos jugadores vomitando en la banda durante un duelo que se disputó a velocidad de vértigo, este año, una vez más, y como sucede casi cada doce meses, todos esperamos que la Super Bowl vuelva a ser la mejor de todos los tiempos.

Y seguro que lo será, como siempre.