Ediciones
Caracol Radio
Resultados
Síguenos en
Hola

New England Patriots

Danny Amendola, la historia del metamórfico de los Patriots

Bill Belichick tiene un arma secreta en su equipo. Un jugador que solo despliega en los grandes acontecimientos y que puede ser quien su entrenador le pida.

FOXBOROUGH, MA - JANUARY 21: Danny Amendola #80 of the New England Patriots reacts after scoring a touchdown in the fourth quarter during the AFC Championship Game against the Jacksonville Jaguars at Gillette Stadium on January 21, 2018 in Foxborough, Massachusetts.   Elsa/Getty Images/AFP
 == FOR NEWSPAPERS, INTERNET, TELCOS & TELEVISION USE ONLY ==
ELSAAFP

“Danny es un buen jugador de football americano. Cuando buscas ‘buen jugador de football’ en el diccionario, su imagen está justo al lado”.

Estoy seguro de que a todos nos encantaría que alguien dijera algo así de nosotros, referido a cualquier ámbito de la vida. No haría falta que lo dijera alguien con especial autoridad. Solo con escucharlo de quien fuera se nos iluminaría la cara y engordaríamos un par de kilos.

Por eso no puedo ni imaginar lo que habrá sentido Danny Amendola cuando, después de la victoria sobre los Jaguars que abrió la puerta a una nueva Super Bowl, prácticamente las primeras palabras de Bill Belichick fueron para él. ‘Tito Bill’ no es muy aficionado a soltar parabienes, al menos en público, pero estoy seguro de que el receptor tuvo que atarse el tobillo a una cuerda, y enganchar el otro extremo a una farola, para evitar salir volando y ponerse en órbita.

Cuando leí la frase me acordé (y perdón a los que odian que se mezcle fútbol y football), la que dijo Johan Cruyff del gran Eusebio Sacristán cuando analizó uno a uno a su ‘Dream Team’. No la sé literal, pero sonaba más o menos así: “Casi nunca merecerá un 10, pero nunca baja de un 8. El único del que jamás prescindiría”. Y es que, ¡Qué bueno era Eusebio!

Amendola y las escuadras de prácticas

¡Y qué bueno es Amendola! Lo mismo debieron haber pensado los Cowboys cuando encontraron un chollo así caído del cielo una vez finalizado el draft de 2008. Nadie lo eligió. No. Lo digo en serio. Ni en séptima ronda.

Pero no. Pese a que durante su etapa universitaria en Texas Tech había asombrado como el tercer mejor retornador de punts de la historia, con unos números también espectaculares como receptor, se pasó un añito en la escuadra de prácticas de Dallas sin que nadie pareciera enterarse de que ahí había una joya.

Los Cowboys no fueron los únicos que no se dieron cuenta de lo que tenían entre manos. Al grito de si no quieres té toma dos tazas, se pasó otro buen puñado de meses en el infierno de otra escuadra de prácticas, esta vez en Filadelfia, precisamente el equipo al que se enfrentará en la próxima Super Bowl. Sin embargo, los Rams estuvieron más cucos y le rescataron en septiembre de 2009 para convertirlo, casi de inmediato, en un jugador importantísimo para ellos. Tanto como receptor como retornador.

El mejor receptor de los Rams

En su segunda temporada ya fue el mejor receptor de los Rams. Y casi el único de Sam Bradford, que desde muy pronto tiró de su picardía y su facilidad para hacer diabluras, y desaparecer en un lado del campo para surgir de la nada en el extremo contrario. Y eso siendo titular solo en seis partidos.

La meteórica carrera de Amendola sufrió un frenazo en seco por el que es su gran talón de Aquiles: las lesiones. Se perdió entera la temporada 2011 mientas los Rams solo eran capaces de ganar dos partidos y Bradford empezaba a vivir también su particular vía crucis con las lesiones. En 2012, Danny volvía al equipo y volvía a ser el receptor más fiable pese a que se pasó todo el año entrando y saliendo de la enfermería, en una agonía que parecía estar poniendo en peligro su carrera.

Y Belichick posó en él sus ojos, y vio que era bueno

Entonces apareció Belichick, convertido en resucitador de muertos. Y además con un órdago que ya entonces dio mucho que hablar. Eligió a Amendola como sustituto de Wes Welker, que se marchaba a los Broncos. Todo el mundo pensó que se había vuelto loco. Amendola era un tipo que estaba todo el día lesionado.

En su primer partido con los Patriots concentró en 60 minutos lo que iba a ser su carrera en New England. Se lesionó en la primera mitad, abandonó el partido, volvió al campo en el tercer cuarto y consiguió tres recepciones decisivas para la victoria, dos de ellas en tercer down en el drive final... después, se pasó cuatro partidos consecutivos en la enfermería.

Desde entonces, Amendola ha sido un favorito de Belichick. Uno de esos jugadores sin números espectaculares, que aparecen siempre en los momentos decisivos, convierten una faceta del juego de New England en una delicatesen (en su caso los retornos de punt), y cuando están en la banda, contemplan a su entrenador con esa mezcla de admiración y entrega “yo por ti soy capaz de dar hasta la vida”, que es una de las razones por el que este equipo es casi invencible.

Danny playoff Amendola

Gronkowski le bautizó como “Danny playoff Amendola” y tiene todo el sentido del mundo. Siempre me he preguntado por qué Belichick lo lleva infrautilizando tanto tiempo en temporada regular. Cuando él salta al campo, significa que pintan bastos para New England y hay que recurrir a las últimas soluciones. Sin embargo, casi cada año, cuando llega enero el entrenador le suelta la correa y le deja correr a sus anchas, convirtiendo el emparrillado en su terreno de caza particular. Hasta entonces, de septiembre a diciembre, Amendola solo es imprescindible en los retornos de punt. Y sus seguidores están deseando que salten los equipos especiales para verle en acción ejecutando el lance como pocos jugadores lo han hecho a lo largo de la historia.

2013 se salta la regla, y los playoffs de Amendola no fueron excepcionales. En 2014 ya empezó a crearse el mito. Su mejor partido de todo el año fue en ronda divisional contra los Ravens. Consiguió 81 yardas y dos touchdowns atrapando cinco de los seis pases que le lanzó Brady. Su tercer mejor partido del año fue la Super Bowl. Cinco balones atrapados de siete lanzados para un touchdown y 48 yardas en la victoria del equipo sobre los Seahawks.

En 2015 se rompió la racha, pero en 2016, una vez más, su mejor partido fue la Super Bowl. En la victoria sobre los Falcons atrapó ocho de los once balones que le lanzó Brady y anotó un touchdown. Y en 2017, la temporada que termina, pese a que ha tenido más protagonismo en temporada regular que ningún año por culpa de la lesión de Edelman, su mejor partido por números ha sido el de ronda divisional contra los Titans, donde consiguió 112 yardas en once atrapadas de trece lanzamientos. Y el mejor por actuación decisiva fue ante los Jaguars con sus dos touchdowns finales increíbles tras 84 yardas en siete recepciones de los nueve balones que le lanzó Tom Brady.

Un mutante muy muy listo

Hasta ahora os he resumido los números, y una somera biografía, pero a partir de aquí llega la verdadera enjundia, como en la fabada. El secreto de Amendola, lo que le convierte en uno de los favoritos de Belichick aún a sus 32 años, es su inteligencia superior y su capacidad increíble para mutar y convertirse en el jugador que su entrenador quiere en cada momento.

El otro día, una persona muy cercana me insistía: “Mariano, tienes que explicar por qué el grupo de receptores de los Patriots es más versátil que el de ningún otro equipo de la NFL”. Creo que hoy es el día perfecto porque sirve para entender por qué Amendola es un tipo tan especial. El sistema de pase de New England no solo es complejísimo. Además, cada receptor tiene que aprenderse no solo su libro de jugadas, también el del resto de los receptores del equipo, algo no habitual en casi ninguna otra franquicia. Así, Amendola tiene que saberse no solo sus propias jugadas, también las de Gronkowski, Cooks o Edelman. Por un lado, eso explica por qué tantos y tantos receptores han fracasado en New England. Para jugar en ese equipo no solo hay que tener muy buenas manos y piernas, también hay que tener una cabeza privilegiada. Por el otro, eso ayuda a entender que sea un ataque tan polifacético. Cualquiera puede aparecer en cualquier sitio haciendo cosas inesperadas, y eso vuelve locas a las defensas.

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡Es Amendola!

Yo creo que entre todos, el que mejor sabe ejecutar las jugadas de cualquiera de sus compañeros es Danny Amendola. Y por eso Belichick lo guarda como el último as en la manga. El receptor que puede transformarse en cualquier otro a voluntad, un ser cambiante, casi un mutante, que adopta la personalidad que su entrenador le pide en el momento en que lo necesita.

Por ejemplo, ante los Jaguars jugó toda la segunda parte siendo Gronkowski, corriendo las rutas de Gronkowski y anotando los touchdowns de Gronkowski. Y cuando Brady le lanzaba balones se los tiraba a Gronkowski, como lleva cinco años lanzándoselos a él, y creyendo que el que atrapa la pelota es Edelman, Dobson, LaFell o Chris Hogan, Mitchell y hasta White. Hasta ese punto es capaz de adoptar sus personalidades.

Amendola es un mutante que además retorna. El arma secreta de New England en postemporada. Y es, simplemente, un buen jugador de football americano. Palabra de Bill Belichick. Casi nada.