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Al Madrid le atacan la realidad y los caprichos

Las cosas son como parecen en el Real Madrid, eliminado de la Copa en los cuartos de final, a 19 puntos del Barça en la Liga y pendiente de su duelo con el París Saint Germain en la Copa de Europa, la última bala en una temporada que comenzó a torcerse muy pronto. La derrota con el Betis y los empates con el Valencia y el Levante no sólo colocaron al equipo como perseguidor del Barça, sino que anticiparon la decepcionante deriva que desembocó en la derrota con el Leganés. Pocas veces en su historia el Real Madrid ha sido tan vulnerable en el Bernabéu: cuatro derrotas (Betis, Barça, Villarreal y Leganés) y un tristísimo recorrido en la Copa, con dos empates frente a un equipo de Segunda B (Fuenlabrada) y otro de Segunda A (Numancia). Si las estadísticas significan algo, o sirven para apuntar la realidad, había datos suficientes como para pensar en un preocupante partido con el Leganés.

Desde el comienzo de la temporada, el Madrid se ha movido entre el rechazo a la realidad y la indulgencia con los resultados del equipo. El recuerdo de los éxitos precedentes ha pesado mucho más que la necesidad de arreglar las urgencias actuales. Está muy bien respetar la memoria, pero conviene afrontar el presente. De hecho, el Madrid se ha desentendido tanto del presente que lleva semanas imaginando el futuro, consagrado en el enfrentamiento con el París Saint Germain.

La trayectoria en la Copa dice mucho de las alarmas que el Real Madrid no ha atendido. El Fuenlabrada se colocó 0-1 y estuvo muy cerca de igualar la eliminatoria, hasta el ingreso de Bale, que apagó el fuego al instante. Merecía la pena tener en cuenta el dato, pero Bale no figuró en la convocatoria de la vuelta con el Leganés. Los antecedentes (el Real Madrid se había beneficiado de cuatro penaltis en las eliminatorias con el Fuenlabrada y el Numancia, además del gol de última hora de Asensio en Leganés) invitaban a pensar en el preocupante estado de los suplentes y en la prioridad que había cobrado la Copa. Sin embargo, la alineación con el Leganés transmitió más una idea de gestión de la plantilla que de actuación frente a la crisis y al rescate que significaba la Copa.

El partido confirmó el deficiente estado de muchos jugadores, el ataque de ansiedad de algunos de ellos (Achraf pasó un calvario) y el derrumbe del grupo de jóvenes fichados en el verano. Llorente, Theo y Ceballos han perdido gran parte de su crédito en apenas cinco meses. Mayoral está muy lejos de ser una garantía como sustituto de Benzema. La caída de todos ellos abre un interesante debate sobre las responsabilidades del fiasco. O se equivocó gravemente la dirección deportiva, difuso sector donde Florentino Pérez es capitán general, o se trata de una pésima gestión de Zinedine Zidane. Medio año después de la salida de Morata, James, Pepe, Danilo y Mariano, sus sucesores se han estrellado.

La Copa merecía toda la atención en las circunstancias actuales, que empeoran cada día. Las incipientes turbulencias en el arranque de la temporada se han convertido en un vendaval que amenaza a todos los departamentos del club: el entrenador, la plantilla y la dirección del club. Tras la victoria sobre la Juve en la final de Cardiff, el Madrid parecía un portaviones indestructible en España y en Europa. Existía un peligro: desbaratar con decisiones caprichosas la estable y exitosa estructura que se había generado. El peligro se ha confirmado. El Madrid vive una temporada atroz