Chung se retira y Federer va a su 30ª final de Grand Slam
Con 6-1 y 5-2 para el suizo, el coreano, con ampollas en el pie izquierdo, no pudo continuar. Roger ya es el que más veces (7) ha alcanzado el partido por el título de Australia en la Era Open.
Con menos gloria que de costumbre y una pizca de suerte por los problemas que han obligado a abandonar a Hyeon Chung, su rival en semifinales, Roger Federer jugará este domingo su final de Grand Slam número 30 (por sexta ocasión sin haber perdido un solo set). Será la séptima en el Abierto de Australia, una cifra que le convierte en el tenista de la Era Open (desde 1968) que más veces la ha alcanzado en el majoroceánico, por delante ya de Novak Djokovic, que se queda con seis. Con la pista cubierta por primera vez en el torneo porque fuera llovía, el suizo ganaba 6-1 y 5-2 cuando el coreano, que había pedido un tiempo muerto médico poco antes, se retiró con ampollas en el pie izquierdo. La gente no quiería quedarse sin partido y se escucharon algunos silbidos, pero no merecía la pena seguir presenciando una carnicería.
Federer parece lanzado a por su 20º gran título, con permiso de Marin Cilic, otro jugador que llega descansado a la última cita tras encontrarse con la retirada de Nadal en cuartos (por culpa de esa lesión en el innombrable psoas-iliaco) y la merma de Edmund (cadera) en semifinales. Pese a la desgracia de Chung, justo es reconocer la seriedad del helvético de 36 años a la hora de encarar un partido peligroso ante un chico al que saca casi 15 y que llegaba crecido tras eliminar en octavos a su ídolo, Djokovic. No sonrío en ningún momento y jugó a una velocidad imposible de seguir para un aprendiz aún en desarrollo, que se vio totalmente sobrepasado. Lo intentó con un break de salida en contra y tuvo bola de rotura, pero a partir de ahí le llevó por delante un vendaval. Y cuanto más soplaba el viento, menos resistencia podía oponer él con su pie ya molestándole. Además, enfrente tenía una máquina de servir que llevaba nueve aces cuando se interrumpió el partido.
Extrañaba ver a Chung cometer fallos que no se había permitido en partidos anteriores, y sobre todo no hacer siquiera ademán de ir a por los golpes potentes y precisos que le colocaba Federer. Se echaba de menos su desparpajo. Fue la misma sensación que tuvimos en días anteriores con Nadal y Edmund, señal de que algo no iba bien. Una pena, porque se esperaba un duelo generacional entretendio, aunque pocos dudasen de la victoria del veterano, que pulveriza récords de longevidad.