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Al Madrid de hoy le sale todo al revés

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Nunca había ganado el Villarreal en el Bernabéu, y lo consiguió esta vez con un gol sobre la hora, una salida relampagueante aprovechando el rechace del enésimo córner del Madrid. La puntada final, de Fornals, fue magnífica, por cierto. El resultado hunde aún más al Madrid en el espíritu lúgubre que va invadiendo a todos, incluido Zidane, que en la víspera dio una cara nueva, más fea, de la que veníamos viendo. Lo de ayer sentó peor, porque el equipo jugó casi bien en la primera parte y tampoco fue inferior al Villarreal en la segunda. Pero no le salió nada. Y le faltó ese plus de genio, tan de la casa, para sobreponerse a ello.

El Madrid empezó a retrasarse porque Cristiano faltaba; luego, porque cuando volvió no le entraban los goles; finalmente, porque la distancia provocó un desencanto que se nota. Ahora a Cristiano le siguen sin entrar los goles y las dificultades se agrandan, claro. El penalti que se le va al árbitro, las buenas paradas del meta rival (¿dónde estaría Sergio Asenjo hoy sin esas cuatro lesiones tan graves?), el fuera de juego por los pelos que vale o deja de valer un gol, ese Fulanito o Menganito que se despista en el repliegue y da lugar a un susto en el área propia... Con todo eso podían antes los goles de Cristiano, pero está gafado en este campeonato.

Lo más chocante resulta ver a un Madrid que ha perdido esa soberbia tan suya, esa convicción de que no le tose nadie, y menos en el Bernabéu. Aquel arreón final que hacía crujir las cuadernas de cualquier rival ya no se ve. Ni el público, que vive el mismo desencanto que el equipo, parece reclamarlo. El ritmo de los últimos cinco minutos no fue distinto del de cualquier otro periodo de igual de la segunda mitad. Fútbol aseadito, generalmente atinado, pero sin brío ni inspiración. ¿Qué pasará cuando llegue el PSG? Eso no lo sabe nadie. Lo más raro de todo es que ahora ya empieza a resultar una preocupación asegurar el cuarto puesto.