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A Zidane se le cae media plantilla

Está visto: la segunda unidad del Madrid no es lo que era. Puede parecer poco importante, porque al fin y al cabo los que se juegan las judías del club son los otros, pero es que si los reservas no aprietan los titulares no se ven exigidos. Y los reservas no aprietan. Se vio en Fuenlabrada y se vio ayer en Soria. El Madrid sacó un resultado brillante, pero mirado de cerca se comprueba que no es oro todo lo que reluce. Marcó dos de penalti, el primero de vuelta de uno indultado en su área, el segundo fabricado por Lucas Vázquez. Se llevó un tiro al larguero. Mereció la pena, sí, el tercer gol, de Borja Mayoral, ya en el límite del tiempo reglamentario.

Este segundo equipo del Madrid era gloria bendita el curso pasado, pero se fueron tipos importantes (Pepe, James, y Morata, sobre todo...), y tampoco el entusiasmo del grupo es el mismo. El curso pasado apretaban en busca de unas oportunidades, ahora me parece que hay mucho convencido de que pase lo que pase (y lo que pasa es que el Barça se ha ido a catorce puntos) van a jugar siempre los mismos. Así que se van desencantando. Hay excepciones, claro, pero no son muchas. Borja Mayoral, por ejemplo, sigue a la suya. En un equipo vago, abúlico, consiguió buscárselas para cazar al menos su gol a última hora.

Pero no todos están en eso. Theo Hernández se hunde en un pozo, pasivo atrás, errático hacia arriba. Llorente no coge los hilos del equipo. Asensio juega triste, nada que ver con aquella estrella que deslumbró en la Supercopa ante el Barça. El equipo sentenció la eliminatoria, pero el mensaje no es bueno. No se ve rebeldía, sino sumisión al destino trazado, el de la suplencia marcada en la piel como un estigma. Más allá del resultado equívoco ante un Numancia que jugó bien incluso con diez, Zidane tiene que mirarse al espejo y pensar qué le está pasando. Por qué se le está desenfuchando tan visiblemente la mitad de la plantilla.