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México lindo y querido

En los 70's, década de un fútbol peruano brillante, con presencias mundialistas y un título de Copa America a cuestas, la liga nuestra fue prolífica en su exportación de futbolistas al balompié azteca. Sobre todo después de su segunda aparición mundialista, 40 años después de participar invitado en la primera Copa del Mundo en Uruguay en 1930.
Desde Juan José Muñante en Pumas y pasando por Gerónimo Barbadillo en Tigre; Juan Carlos Oblitas en Veracruz; Cachito" Ramirez en Atlético Español; Héctor Bailetti en Atlante, Héctor Chumpitaz y Carlos Carbonell en Atlas, fuera de varios otros, hubo una fiebre de futbolistas peruanos requeridos por equipos de México y con singular suceso.

Este momento se asemeja a aquel, nos lo trae a la memoria, aunque uno lo vislumbraba y percibía distinto con menos de 10 años de edad. Eran los equipos "grandotes" y "poderosos" que venían y desmantelaban a los que me gustaba ver en los estadios. Se venían a llevar nuestros dulces, la golosina que nos seducía e invitaba a asistir a la cancha cada vez que papá nos lo autorizara. Eran los "ambiciosos" que nos dejaban sin lo más rico del buffet y que, a la sazón, habían obtenido el subcampeonato de Universitario en la Libertadores '72 y el título de Copa America '75.

Este es un momento parecido, que sin embargo, obliga evidentemente a una lectura distinta. Otra vez tras casi 4 décadas Perú vuelve al mundial y nuevamente es el poderoso fútbol mexicano el que echa tentáculos por aquí y captura lo mejor que viene surgiendo.
Ruidíaz y Polo en Morelia, Gallese en Veracruz, Advincula, Aquino y ahora Irven Ávila en Lobos BUAP, la reciente salida de Alexi Gómez al Atlas, de Cáceda al Xolos de Tijuana y la posible salida de Succar a Pumas.

Claro, hoy no vemos esta migración como la cacería de los depredadores que vienen de fuera a podar nuestros equipos; sino como clubes de mayor competitividad, de torneos más exigentes y que pueden devolvernos profesionales más maduros, cuajados y habituados a la alta competencia.

Perfecto. Vengan y llévenselos. Desde México lindo y querido, o desde Argentina, Brasil, EEUU o Europa. Apuesten por ellos, crean en el nuevo futbolista peruano. Aquel que entiende los alcances de su profesión y con ello, los cuidados que ésta exige. Al nuevo profesional del fútbol peruano aplicado, responsable, tácticamente culto e ilusionado por crecer cada día. Que no pare esta ola. Le hace mucho bien al fútbol peruano exportar.