Sobre el orgullo de los campeones

La magnífica victoria del Madrid el pasado sábado ante el Sevilla no es ninguna casualidad. El club más grande de la historia del fútbol reacciona igual que un animal salvaje que huele la sangre de sus presas. En su caso, los merengues huelen los trofeos y, el pasado fin de semana, ya les venía a la nariz el olor del Mundial de Clubes y esa posibilidad de llevar un año más en el pecho el escudo de “campeón del mundo”. Se estaban poniendo a punto con la idea de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Y así será hoy para la semifinal y el sábado para la final. Sin embargo, a este reflejo histórico que hace que el Madrid sabe llegar mejor que nadie a sus citas importantes hay que añadir la influencia del contexto.

Para explicarme las claves del éxito frente al Sevilla, una persona muy cercana al cuerpo técnico me dijo el domingo: “Acabamos de ver lo que es el orgullo de los campeones. Los jugadores estaban ya muy cansados de escuchar, sobre todo en los últimos dos meses, tantas críticas injustas y tantos reproches. Querían dar un golpe en la mesa. Y así ha sido”. Ahora entendemos por qué Zinedine Zidane afirmaba no estar preocupado cuando los resultados no acompañaban las ambiciones. Conoce como nadie a sus chicos y sabía que esta reacción de orgullo iba a llegar muy pronto. Para quedarse.