Caracol Radio
NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Ya no hay nadie por encima de Cristiano

Este quinto Balón de Oro conquistado por Cristiano no sólo es una inmensa alegría para el crack portugués sino que, también, le sitúa un poco más arriba en el olimpo del fútbol mundial. Ya no hay nadie por encima de CR7 porque ha empatado con Messi en la carrera de los balones de oro, la más prestigiosa recompensa, y que es el que más trofeos individuales posee en las vitrinas de su museo particular de Funchal. Una hazaña que merecía una ceremonia muy especial y así lo fue ayer en París, la ciudad de la luz, con Cristiano recibiendo su premio preferido en la Torre Eiffel iluminada. Nunca nadie había sido homenajeado con tanto glamour y tanta grandeur y el portugués supo apreciar este despliegue en su justa medida. Fue feliz ayer, muy feliz. Y muy bien acompañado porque el Madrid quiso regalarle todo su cariño con una delegación de altos vuelos, compuesta, entre otros, con famosos premiados del Balón de Oro y relevantes embajadores del club. Cristiano necesita estas muestras de apoyo, más en el momento histórico que está viviendo. Porque el crack ya puede afirmar, y no duda en hacerlo, que es definitivamente el más grande. Hoy, France Football ha adelantado su publicación (sale normalmente los viernes) para dedicar una edición especial al Balón de Oro de Cristiano que la revista, que otorga el premio desde 1956, presenta como CR5. Y publica una amplia entrevista con el portugués, que tuve el honor de realizar el pasado lunes en Valdebebas junto con Thierry Marchand, jefe de internacional de France Football. Vimos a un Cristiano seguro de sí mismo, convencido de que tanto él como el Madrid volverán muy pronto a la senda del triunfo. Además nos confesó que, físicamente, se sentía mejor ahora que hace un año, incluso que hace dos años. Pero, y eso es lo más importante, el delantero luso afirmó con convicción: “Soy el mejor jugador de la historia”. Las estadísticas lo confirman. Y la grandiosa ceremonia de ayer en la capital de Francia lo sugiere también.