¡A Zidane todo esto le pone!

El día que vea a Zinedine Zidane en la víspera de un partido con un rostro sin sonrisa empezaré a preocuparme por el Madrid. Se suele decir que la cara es el espejo del alma y es evidente que el técnico francés no sabe esconder sus emociones. Puede parecer afectado después de una derrota, tal y como ocurrió el miércoles en Wembley, pero creo que es más por los efectos del enorme esfuerzo físico y psicológico que representa dirigir a su equipo desde la banda, que la consecuencia anímica de un mal resultado. Zizou vive los encuentros con tanta pasión que le acaba por pasar factura. Pero se repone rápidamente y, ayer en Valdebebas, demostró que hace falta algo más que una mala racha para abatirle y acabar con su felicidad de entrenar al club más importante del mundo. Es más, no hay ninguna duda de que ‘esto le pone’, por usar una expresión muy coloquial pero realmente adecuada.

Lo confesó ayer en francés, idioma en el que lógicamente se permite algo más de intimidad y atrevimiento, no sólo ha firmado con el Madrid para hacerse fotos de triunfo con relucientes copas sino también para sufrir, resolver problemas y superar los malos momentos. Algunos dirán que hay algo de masoquismo en esta forma de ser y de vivir su trabajo pero no creo que sea el caso de Zidane. Simplemente quiere demostrarse a sí mismo primero, pero también a los demás, que él puede ser entrenador en todas las situaciones. Tanto en las malas como en las buenas. Así funciona un competidor, así funciona Zizou desde el primer día que se calzó unas botas de futbolista.