Del 38% al 79%: Drummond se transforma en el tiro libre
El pívot de los Detroit Pistons era el peor jugador en la historia desde la personal con 200 lanzamientos o más. Llegó a anotar 14 de 16 ante los Bucks.
Las cinco temporadas que ha concluido Andre Drummond en la NBA han sido un desastre desde la línea de tiros libres. Solo como sophomore (jugador de segundo año) superó el 40% (41,8%). El resto, un drama: 37,1% (2012-13), 38,9% (2014-15), 35,5% (2015-16) y 38,6% (2016-17) para un acumulado total del 38,1% (683 de 1.793). El registro de ese tercer año, además, se convirtió en el cuarto peor en toda la historia de la Liga. Solo el 30,4% de Ian Mahinmi (2014-15), el 31,9% de Chris Dudley (1989-90) y el 33,6% de Ben Wallace (2000-01) fueron más bajos que las de un jugador que firmó un contrato por cinco años y 127,1 millones. Unos porcentajes que le impedían estar en cancha en los instantes finales de los partidos por el famoso hack a.
Un problema que se vio elevado a la quinta potencia en enero de 2016 cuando los Detroit Pistons se enfrentaron a los Houston Rockets. En ese partido, el pívot del equipo de Michigan logró 17 tantos, 11 capturas y erró 23 de los 36 tiros libres que intentó. La tercer mayor cantidad de personales de toda la historia de la Liga tras los 39 que intentó en dos ocasiones Dwight Howard. Además, esos 23 fallos es una nueva marca en la Liga. Nadie, nunca, había errado tanto. La anterior peor marca era de 22 en posesión de Wilt Chamberlain (1967-68) y de DeAndre Jordan (2015-16). El escenario era tan desolador que las ideas para que el jugador superase esa limitación se sucedieron: desde recuperar el tiro a cuchara hasta la realidad virtual. La primera nunca cuajó en el imaginario del jugador; la segunda no sirvió de nada.
El lanzamiento de Drummond ahora
Ahora, inicia el ritual con la pelota más abajo, cerca de la rodilla. Eso le obliga a doblarlas y poner la fuerza en la parte inferior del cuerpo. Se le ve más cómodo, poniendo el cuerpo en movimiento y no tan solo los brazos. Además, le da cierto efecto al balón, no lo suelta sin más. Esto permite que los disparos que dan en el aro puedan entrar y no escapar por los aires.
Pero no es solo la mecánica la que ha variado. También su forma de afrontar el reto. La respiración es clave al igual que la relajación de los hombros. La parte primaria para entrar en un estado de reposo antes del lanzamiento. "Para mí hay varias cosas que se relacionaban con el aspecto mental. Solo necesitaba calmarme cuando llegaba allí. Disminuir mi respiración. Lanzar de forma consistente", cometa el center. "No solo es necesario mejorar tu forma de tirar, sino todo lo relacionado con ella. Se trata de recalcular cómo piensas. Es un nivel de confianza, libertad, seguridad y valentía. Te enfrentas a algo en el que todo el mundo dice que eres una mierda", completa Ravin.