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El trago de Getafe y Benzema

EI Madrid, que viene desde atrás, ganó en Getafe con la angustia del equipo que no puede regalar un punto y con la dificultad que significa jugar frente a un rival que explota todos los factores favorables. Un aspecto esencial de la Liga es el tránsito por todas las estaciones. Se juega de verano a verano, en condiciones extremadamente variables. Pocos campos lo explican mejor que el del Getafe. Nada que ver el partido con el Madrid en este octubre sofocante con el siberiano frío que suele reinar de diciembre a marzo. Es la gracia de la Liga, la competición que más valora Zinedine Zidane.

Al bochorno se añadió lo que Simeone califica como menú de invitados. El técnico del Atlético declaró la semana pasada que los visitantes tienen el deber de adaptarse a las condiciones que deciden los anfitriones. Es decir, el menú, el mantel y la vajilla. Simeone no consulta al invitado. Bordalás, tampoco. Está claro que el entrenador del Getafe aprovecha cualquier circunstancia legítima que le resulte favorable. Es un hombre atento a los detalles. El Getafe y el Madrid jugaron bajo el mismo sol inclemente que presidió semanas antes la visita del Barcelona. De nuevo destacó la sequedad del campo y la densa hierba. La pelota rodaba bien, pero más lenta de lo que apetece al Madrid.

Al Madrid, ni a nadie, tampoco le apetecen los equipos rocosos, bien estructurados defensivamente y poco inclinados a cometer errores. El Getafe no destaca por hacer muchas cosas, pero sí por hacer muy bien unas pocas. Rara vez se quiebra, conoce bien las flaquezas de los rivales y hace sufrir a los equipos de prestigio. Después de enfrentarse al Barça, Sevilla y Real Madrid, suena raro que perdiera los tres partidos, pero ésa es otra característica de la Liga española. No importa las dificultades que encuentren, y en la Liga española son considerables en casi todos los campos, los buenos equipos suelen detectar la manera de ganar esta clase de partidos.

Tragó saliva el Madrid para imponerse en un partido que le resultó incómodo desde el primer minuto. Lo ganó a última hora, con el primer gol de Cristiano en la Liga. Es la primera temporada de Bordalás en Primera División, pero ya sabe cómo se las gastan Messi y Cristiano. No necesitan jugar bien para imponer su ley. El Barça ganó en Getafe con un fenomenal pase de Messi a Paulinho. El Madrid venció con el gol de Cristiano, que no se perdonó el sorprendente error en uno de los remates más sencillos de su vida. No paró hasta redimirse.

Benzema marcó el primero, después de un error defensivo del Getafe. Cometió muy pocos. Frente a otros rivales saldrá menos penalizado. Frente al Madrid el castigo fue inmediato. Benzema arrancó con velocidad y remató con mucha clase. Lo último que se sabía de Benzema fue la sucesión de ocasiones perdidas contra el Valencia. Se le achacó su falta apetito en el área. Le silbaron los oídos. Es el destino de un gran jugador y un extraordinario delantero.

A su capacidad de auxilio, a los centrocampistas en general y a Cristiano en particular, Benzema añade cualidades que pocos delanteros ofrecen. Una de ellas es su capacidad para generarse la jugada sin ayuda de nadie. Otra es su versatilidad: Benzema sirve para toda clase de partidos, aunque disfruta un poco más cuando encuentra espacio para correr. Su facilidad para moverse por los costados le convierte en un jugador difícil de detectar. En cuanto al remate, es cierto que no tiene alma de depredador, pero hambre no le falta. Ha marcado 182 goles en 372 partidos.

En un equipo donde Cristiano no deja ni las migas del gol, la media de Benzema (0,49) es más que buena para un jugador que además favorece al Madrid en muchas otras facetas. De hecho, es una media superior a la de Gareth Bale, cuya fama de rematador no se concreta en la media de goles: 0,44 por encuentro.