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Del gol de Cristiano al tiro libre de Messi

El primer gol de Cristiano en esta Liga ha resultado rentable. Se hizo esperar, no llegó hasta el 85’ del partido de Getafe, que estaba complicado, pero le hace al Madrid saltar en la tabla hasta el segundo puesto, a la espera de lo que haga el Valencia hoy. Un buen gol, en magnífico pase de Isco que el crack remató implacablemente. No mucho antes había fallado un remate claro a puerta vacía. Tras marcar, sacudió el brazo, como diciendo, ¡por fin! Se acabó el maleficio. Ese gol se unía a otro estupendo de Benzema para batir al que marcó el Getafe, un autogol a medias entre Nacho y Llorente, con Molina en fuera de juego.

Luego, el Madrid se sentó tranquilo a ver el partido del Wanda Metropolitano... que no tuvo nada de tranquilo. Fue emocionante hasta el final, con ese golpe franco de Messi, ya en el 93’, que detuvo Oblak. Acabado el partido, un amigo madridista me decía: “Esto de ir con el Atlético es tremendo”. Y en efecto, lo es. El Atlético ilusionó con un buen primer tiempo de vaivén, en el que protegió muy bien a su portero (antes del descanso Oblak no había intervenido) y a su vez creó peligro. Un golazo de Saúl y un par de buenas paradas de Ter Stegen a tiros de Griezmann, uno de ellos tras un caño tremendo a Piqué que hizo feliz al público.

Pero en la segunda mitad el Atlético se desplomó. Con fe, disposición y colocación, el Barça ahogó su salida. El campo se volcó sobre la portería de Oblak, que al fondo de la cuesta se defendía muy bien, porque es un gran portero, de eficiencia sin gestos. Al Barça le faltó la magia de Messi, quizá cansado, quizá vacío, después de esa plenitud que alcanzó en Quito. El empate del Barça tardó en llegar. Lo marcó Luis Suárez, en buen cabezazo, y lo celebró con una de esas ceremonias tontas y provocadoras que afean al fútbol. Luego siguió la carga, hasta ese golpe franco final con el que se quedó Oblak. Y atléticos y madridistas respiraron.