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La angustia de Messi

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Messi tenía la mirada perdida en La Bombonera. Parecía impresionado antes del partido. Agarrado al banderín y con el brazalete puesto. Tal vez pensaba que era un buen sitio para que, al fin, se hiciese el milagro en Argentina. Pero el partido fue lo que toda la fase de clasificación de la albiceleste. En el fondo, lo de todos estos años pese a las múltiples clasificaciones para finales de Copa América y el Mundial. Sampaoli tampoco ha solucionado nada en una selección con jugadores muy medianos en los dos laterales y el mediocentro (Biglia no da ninguna velocidad al juego). Con Banega intermitente y Di María perdido, todo queda en manos de Messi.

Por hacer una foto rápida de su partido, Messi empezó acelerado como pocas veces se le ha visto. Buen dominador de los tiempos, jugador con criterio para elegir el espacio donde ir y el momento en el que acelerar, arrancó con demasiada ansiedad. Aun así, obviamente, fue el mejor de largo de Argentina. Estuvo a punto de marcar a la salida de un córner ensayado y en un clásico tiro desde fuera del área. Ya en la primera parte empezó su curso de pases a Benedetto, que no le correspondió ninguna. A eso, especialmente, se dedicó Messi en la segunda parte. Necesitaba algún socio que le permitiera volar, escapar de la pesadilla. No lo encontró y terminó enmarañado en jugadas individuales que acabaron en las piernas del rival y en dos faltas finales a las que llegó asfixiado. No tuvo ni fuerzas para tirar la segunda.

A Messi no debía gustarle nada el silencio atronador de La Bombonera. No hacía presagiar nada bueno. Su rostro en el centro del campo, como en las antiguas tardes de fútbol de última jornada, sin saber el desenlace de los otros partidos, era angustioso. Agónico. Luego le contaron que Paraguay había ganado en Colombia y que no iba a tener que ponerse en manos de su amigo Neymar para ir al Mundial. Ganando en Ecuador, Messi estará en Rusia o, al menos, en la repesca. Pero es imposible no mirar atrás y recordar sus lágrimas de dolor en New Jersey este verano en la final de la Copa América centenario, cuando dijo que se marchaba para luego volver. Argentina le duele mucho a Messi. Es fácil imaginarlo pasándolo realmente mal.