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El piscinazo y el clavado

El lenguaje periodístico del deporte no sólo incurre en ciertos desatinos que pasan a menudo por esta sección, sino también en felices hallazgos, algunos de los cuales se han comentado también aquí.

Una de esas expresiones afortunadas designa la acción de un futbolista que simula haber recibido una falta, generalmente dentro del área. Hace años se empezó a expresar la metáfora de que el jugador tramposo “se ha tirado a la piscina”, y de ahí se pasó tiempo después a la expresión “piscinazo”.

Esta palabra se forma con la base del sustantivo “piscina” y el sufijo “-azo”, que en el presente caso no se debe considerar un aumentativo. Se trata más bien de un derivado que implica golpe, sonido o movimiento brusco.

Vean qué curioso: los aumentativos se adaptan al género femenino del sustantivo: decimos “madraza”, “manaza”, “casaza”… Pero en este caso no hablamos de “piscinaza” (que sería una piscina muy grande) sino de “piscinazo”, de tal forma que al expresarlo en masculino se evoca esa idea de golpe o movimiento brusco. Concretamente, el que se produce con el chapuzón. Lo mismo pasa con “escoba” y “escobazo” (a diferencia de “escobaza”, que sería una escoba muy grande).

El sufijo “azo” ha sido fecundo en el lenguaje periodístico. Con él se crearon “catastrazo” (término que ideó en los años noventa el periodista Julián Martínez, de El País, tras el aumento del impuesto sobre el valor catastral) o “decretazo” (la controvertida reforma laboral de José María Aznar); sin olvidar, por supuesto, los neologismos deportivos que fueron en su día “maracanazo” (la famosa derrota de Brasil ante Uruguay) o “centenariazo” (victoria del Deportivo ante el Madrid en la final de Copa cuando este club cumplía cien años), entre otros muchos.

Ahora bien, en España decimos “piscina”, pero en México se refieren a la “alberca”, y en Argentina y Uruguay a la “pileta” (a diferencia de Colombia, por ejemplo, donde también dicen “piscina”).

En México, la acción de Luis Suárez en el partido de ida de la Supercopa se llama “hacer un clavado” (pues “tirarse de clavado” equivale a “tirarse a la piscina” o “tirarse de cabeza”). Y en Argentina se puede decir que “se tiró a la pileta”, si bien este dicho suele reflejar más bien cualquier acción de cierto riesgo.

De momento, parece que no se han extendido por allá ni “albercazo”, ni “clavadazo” ni “piletazo”. Pero ahí quedan las sugerencias, por si algunos futbolistas insisten en que se usen.