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Quique Setién y la bandera del fútbol

Bonita la entrevista que Quique Setién le concedió a Marco Ruiz para nuestra edición de ayer. Una vez leí que una entrevista es un artículo que uno piensa y otro escribe. Así será. Y para que salga los dos tienen que estar bien. El entrevistador, generando un ambiente de diálogo confiado en torno a los puntos que quiere resaltar. El entrevistado, buceando en su pensamiento y exponiéndolo bien. Así tuvimos bien clarito qué es lo que pretende Setién, por qué gano al Madrid, de dónde salió (del ajedrez) su calma y lucidez para tirar de Joaquín cuando el Madrid se echó al monte. El Madrid acabó siendo un malón; el Betis, un grupo dirigido.

A Setién se le mira con recelo, como le pasó antes a Paco Jémez, por querer hacer lo que el Barça de Guardiola sin jugadores aptos para ello. De hecho, se vio el descenso del Rayo como consecuencia de ese empeño. Pero con un presupuesto ínfimo mantuvo al Rayo en Primera cuatro años, uno de los cuales fue octavo. ¿Le hubiera ido mejor dando punterazos? Ahora, tras un arranque incómodo en el Cruz Azul, el equipo ya anda, le miran mejor y él mismo, tan arisco, se ha encariñado con un país que de nuevo da lo mejor de sí tras un terremoto. Setién es ahora quien lleva aquí esa bandera: el buen fútbol es rentable, además de elegante.

Defiende que a los jugadores se les pueden modificar los hábitos, cuenta cómo del ajedrez se aprende a mirar no la colocación del instante, sino la que habrá dos jugadas más allá. Un pensamiento así enaltece el fútbol. He visto tantos entrenadores que aun disponiendo de magníficos futbolistas tratan de ganar con planteamientos cicateros, que me entusiasma la idea de que salgan adelante los de esta nueva línea, los que se atreven a inspirarse en el Barça de Guardiola sin tener ni a Xavi ni a Iniesta. Nada en la historia del fútbol confirma la idea de que jugando cicateramente se obtengan mejores resultados. Es al revés. Repasen y me darán la razón.