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El Barça, esa trinchera que únicamente tiene tregua durante 90 minutos

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Deberían jugar cada día. Una de las cosas más fascinantes que comporta ser socio del Barça es el espíritu crítico. Junto al carnet, el club debería dar un pico y una pala para cavar una trinchera. A discreción del socio queda el lado para cavarla. Un socio como Dios manda discute siempre. Únicamente se concede una tregua durante los 90 minutos de partido. Si el Barça jugase cada día la vida barcelonista sería tan monótona como la de cualquier otro club. Esa hora y media de partido, quizás exceptuando el calentamiento y el descuento cuando el partido está resuelto, es un oasis de discusión, porque en el Barça, siempre hay motivos para discutir.

Una memoria dúctil. El barcelonismo es un pensamiento en constante evolución. El socio que hace dos semanas vilipendiaba a Paulinho, ahora le adora con la misma pasión con la que antes decía pestes del brasileño. Semedo ha pasado de ser el nuevo Douglas a ser el nuevo Alves en una semana, y los que aborrecían a Cruyff, ahora se sientan en el palco e inauguran las obras del nuevo Miniestadi junto a la familia del holandés, al que se esgrime como arma contra una moción de censura de la misma manera que hace siete años se le utilizaba en sentido contrario. La frase de Bartomeu a Mundo Deportivo durante la moción contra Laporta en la que decía “votar sí a la moción es votar no a Cruyff” evidencia un pensamiento culé en continua evolución. Para algunos, hay conceptos que sirven para una cosa y al cabo de un lustro sirven para la contraria. Y tan felices oiga.

El búnker del equipo. Ante este panorama, que no afecta únicamente al club, sino que agita la sociedad catalana, Valverde ha logrado que el vestuario sea un búnker inmune a las metidas de pata de los directivos, al olvido lamentable de conceder un minuto de silencio en el Camp Nou a un refrente moral del barcelonismo como Jacint Borràs, a una moción de censura e incluso a la lesión del jugador más caro de la historia del club tras jugar tres ratos.

La paradoja culé. Al final, resultará que ante tanto debate, tanta crispación, tanta conspiración y tanta trinchera, al final, el fútbol, y la pelota con Messi sirve como tregua y resiste al ruido reivindicando el papel del fútbol como un elemento de diversión y competición que, ni que sea durante 90 minutos, pone a todo el mundo de acuerdo y genera el debate más sano de una sociedad que deja de cavar trincheras.