El Liverpool sólo juega a mar abierto
Hay, al menos, mil maneras de ganar. La que propone este Liverpool, mezclada con el escenario de Anfield, es irresistible. Recuerda al patio del colegio. Cuando tengamos el balón todos para arriba. Corriendo todos. Si lo perdemos, todos a toda prisa a recuperarlo. Y con el balón en nuestros pies, a la carrera nos lanzamos otra vez al área. Pero todos, ¡eh! Y otra vez. Y otra vez. Y del desorden sacaremos petróleo. Nadie hablaba así en el patio, pero esa era la idea.
El Sevilla propuso ayer un estilo que cada vez parecerá más clásico. Control, movimiento, desdoblamientos, triangulaciones. Siempre habrán equipos así, por supuesto; de hecho, son los que están ganando últimamente. El primer gol sevillista estuvo cortado por ese patrón: multitud de pases cortos que acabó en un centro y el mareo impidió reaccionar a la frágil defensa del Liverpool. El Barcelona de Valverde y hasta el Real Madrid apuestan mayormente por la calidad y la paciencia, pero no es la tendencia. En Alemania, en Inglaterra y en Italia la mayoría lo hacen todo a mil por hora (incluso el City de Guardiola). Pero el caso es que cuando el Liverpool juega a mar abierto, cuando se entrega al ataque y Anfield ruge, como pasó ayer en numerosas ocasiones, es muy difícil no enamorarse de este juego.