Trentin remata el triplete en La Vuelta a España
El Quick Step preparó magistralmente la llegada de Tomares (Sevilla) para que el italiano sumara su tercera etapa en la Vuelta, quinta del equipo belga.
Matteo Trentin es el pichichi de la Vuelta a España 2017. Lo mismo gana en un embalaje llano, que en una escapada, que en un sprint en cuesta... En esas tres variantes ha sumado su tres victorias: Tarragona, Alhama de Murcia y Tomares. También es el quinto triunfo del Quick Step, que se pasea por las grandes de manita en manita: cinco etapas en el Giro de Italia (cuatro de Gaviria y una de Jungels), cinco etapas en el Tour de Francia (todas de Kittel) y las cincos que, de momento, suma aquí (las tres de Trentin, una de Lampaert y otra de Alaphilippe). La meta sevillana precedió a un fin de semana también íntegramente andaluz, con metas en alto en La Pandera (sábado) y Sierra Nevada (domingo). Tiempo para otros protagonistas, para una nueva pelea de gallos.
Nunca pensé que iba a escribir lo que viene a continuación, pero de vez en cuando apetece, en pequeñas dosis, eso sí, presenciar algún que otro sprint. Hubo un tiempo cercano en el que las grandes rondas ofrecían un guión calcado en un abanico de siete a diez de sus etapas: escapada larga e imposible, caza del equipo de velocistas, y final en una llegada. Soporífero y repetitivo, las cosas como son. El Giro y, sobre todo, la Vuelta idearon fórmulas para romper esta monotonía. Últimamente, también el Tour. Se agradece.
En la Vuelta, en concreto, presenciar un sprint es como acudir al zoo para ver una especie en extinción. En este certamen sólo se han celebrado dos: Tarragona y Tomares. Un ataque de Lampaert impidió otro en Gruissan. La de este viernes no fue una volata tradicional, faltaría más. A la Vuelta le crecen cuestas hasta las puertas de los hoteles. La meta picaba hacia arriba en sus últimos tres kilómetros. No bastaba con una buena punta de velocidad, había que ser un ciclista potente, mejor con un equipo en forma.
Trentin tenía todo eso. En la preparación de la llegada, Bob Jungels evitó los aguijonazos de otros rivales, dispuestos a romper la dictadura del Quick Step. Jungels ha sido sexto y octavo en el Giro, además de maglia rosa… Un lujo tenerle de gregario. Igual que al hombre que tomó su relevo, Julian Alaphilippe, el vencedor en el Xorret de Catí. Esos fueron los lanzares del italiano, que no falló en el remate.
El calentón final rompió el pelotón y sólo quince hombres entraron en el grupo de cabeza. Ahí se metieron casi todos los que tenían que están: Froome, Nibali, Chaves, Contador… Pero el corte sorprendió a tres ciclistas del top-ten, De la Cruz, Zakarin y Superman López, que se dejaron siete segundos en la ribera del Guadalquivir.
El resto del guión se cumplió, más o menos. Hubo una escapada de cinco ciclistas, con dos machacas habituales, De Marchi y De Gendt, además de Gougeard, Villella y Courteille. Sin españoles a la vista. En el pelotón, Froome rodaba con su rodilla derecha vendada, fruto de sus caídas del jueves en El Torcal. Paralelamente, Irizar y Theuns, dos compañeros de Contador, cantaban la Bamba para las cámaras de TVE. Ya habrá tiempo de sufrir. Quien no estaba para muchas fiestas era Omar Fraile, dos veces rey de la Montaña de la Vuelta, que se retiró un día después de haber sido segundo en Antequera. El vasco arrastraba un virus desde el inicio de la carrera, que ha dejado al Dimension Data en cuadro: tres corredores. Entre ellos, Igor Antón, ganador en Valdepeñas de Jaén en 2010. Ahí lo dejo caer, por si aún puede darle una alegría en La Pandera al castigado equipo africano.
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- Bob Jungels
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- Matteo Trentin
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