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La peli del verano culé: 'Nadie entenderá lo que hicisteis el último verano'

Caos. Puede que todo responda a un plan magistral. Puede que Bartomeu sea frío y calculador como Cersei Lannister y que tenga a David Mamet como asesor de comunicación para que, cuando todo parezca perdido, en un giro inverosímil de guión, las piezas cuadren por arte de magia. Podría ser que la última escena de la película del verano culé sea la del presidente encendiendo un puro con cara de satisfacción infinita mientras mira a cámara cual Annibal Smith y dice eso de “me encanta que los planes salgan bien”. Sería bonito, pero no. De momento, esto no tiene pinta de ser el Equipo A. Tiene más pinta de “Nadie entenderá que hicimos el último verano”.

Problema de base. De entrada, acabe como acabe el mercado, este verano supone el funeral del cuento de los ‘valors’, que igual ya tocaba. Por repetitiva, la canción se había vuelto insoportable. Esta junta, por lo menos, debería quitarse la dichosa palabra de la boca. No puedes quejarte de malas artes del PSG con Neymar ni de que el brasileño te engañó y encima denunciarle cuando desde el propio Barça estás instigando la rebelión de otros jugadores como Coutinho o Dembélé. Por lo menos, Neymar (ahora criminalizado como el niñato que siempre fue y se le perdonó) se entrenó como un profesional con el Barça hasta el último día, cosa que ni Coutinho ni Dembélé pueden decir respecto a sus equipos. Y cumplió su contrato, con cláusula de rescisión incluida. La falta de previsión no es cosa que le competa.

Perdiendo papeles. Hace demasiado tiempo que el Barça ha perdido los papeles. Y no sólo en el sentido figurado. Literalmente, los papeles se retrasan, se traspapelan, se acumulan o se olvidan. El transfer de Dembélé se retrasó tanto que casi se amotina el Camp Nou; Paulinho no pudo debutar en la primera jornada de Liga porque faltaban documentos de China y hay gente que asegura que Marlon tuvo ficha del primer equipo porque alguien se confundió a la hora de enviar un legajo fuera de plazo y por eso pasó a formar parte del primer equipo de manera automática.

Asensio. Y no es nueva la dinámica de la pérdida de papeles. A cada gol de Asensio se recuerda como el ahora presidente, en su papel de vicepresidente deportivo (Bartomeu, vamos) fue incapaz de cogerle el teléfono al agente de la nueva estrella blanca en dos semanas cuando el jugador ya lo tenía todo pactado con el área deportiva. Ni ellos saben lo que hacen. Pero igual son el Equipo A.