Debut de Murillo en el empate 2 - 2 del Valencia ante el Madrid
Partidazo y doblete del balear ante un Valencia resistente, respondón y con hechuras. Benzema perdonó demasiado y Bale fue pitado.
En los primeros números rojos del campeón, que interrumpieron una largo periodo de prosperidad, quedaron varios avisos: el abatimiento de Bale se cronifica, el gol escasea sin Cristiano, Benzema huye escandalosamente del gol y a Asensio no podrán sacarlo del once titular ni los marines. También se advina una Valencia magnífico.
Después de años de fracasos, el Valencia prueba en la suerte natural, poniéndose en manos de Marcelino, un entrenador de pitón a rabo: suyos son los fichajes y la política de vestuario. Y pinta que le irá bien, porque es un técnico de efecto inmediato y porque con la plantilla a medio hacer y en apenas dos meses le ha metido acero y pimienta al equipo. Y eso que no le ayudó en exceso el inicio, porque una distracción de Kondogbia, que por lo demás estuvo impecable bajándole la barrera al Madrid, acabó con la pelota en Asensio, que tramitó el lance con aire de estrella: sprint corto para buscarse la izquierda y zapatazo colocadísimo que dejó clavado en la hierba a Neto. Hace tiempo que el Bernabéu fantasea con Asensio como futuro Balón de Oro. Así que su condición de suplente se ha vuelto insostenible.
Zidane se inclinó por la más atrevida de sus opciones, una alineación con bordados, con Casemiro de central, Kroos como mediocentro y Asensio e Isco ventilando todo el juego ofensivo. Ambos portan la nueva bandera del Madrid.
Pero el Valencia no se vio sobrecogido y adivinó pronto qué palo tocar: la orilla izquierda. Lato y Gayá fueron una inquietud redundante para Carvajal, desasistido por Bale en la contención. Por ahí fabricó el empate, firmado por el tercer canterano del lance, Carlos Soler. Casemiro, que estaba cogiéndole gusto al área adversaria, se declaró ausente en la propia. Para tanto no le da su curso de salvamento y socorrismo.
Después quedó un partido excelente, con el Madrid lanzando su habitual descarga ofensiva, desde sus laterales a Benzema, que parece más espabilado que al inicio, y el Valencia presto a responder desde la predisposición general y la dirección de Parejo. El Madrid fue más concreto, pero Benzema perdonó tres veces antes del descanso: en contragolpe, a bocajarro y de cabeza. En la variedad está el disgusto. El Valencia no fue tan lejos, pero Zaza siempre acudió al combate. Al descanso se intuyeron pitos a Benzema y Bale, banda sonora de que el equipo de Marcelino estaba separando al Madrid de su público.
Del vestuario no volvió Isco, con mareos, y salió Kovacic, como cierre del centro del campo. Eso liberaba a Kroos. El juego del Madrid se hizo más dominante, con Asensio como director itinerante, pero se mantuvo la resistencia activa del Valencia, que no cayó en la tentación de encerrarse y devolvió algunos golpes. En un cabezazo de Kondogbia tuvo la ventaja. Picó la pelota en exceso. Le copió la pifia Bale instantes después. Escuchó pitos en su cambio. El Bernabéu empieza a perder la fe. Quién sabe si el club también.