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OPINIÓN

La involución futbolística del Barça

El Clásico supuso la constatación de los diferentes momentos que atraviesan sus contendientes. La realidad pletórica que vive el Madrid, aupado por un equipo en plenitud y una autoconfianza indestructible, contrasta con la indefinición de un Barcelona raquítico de juego y pulso competitivo. El adiós inesperado de Neymar ha comprometido, a falta de los fichajes, todavía más el endeble proyecto deportivo de una entidad que ha perdido el norte en los despachos y en el campo, a la espera de que la cordura y el argumentario táctico de Valverde arropen la indiscutible excelencia de Messi.

Piensa el flamante técnico azulgrana que la renovación de este Barcelona pasa por mirar atrás y volver a distinguirse por la posesión y una presión alta en la salida rival. La tiranía futbolística del tridente había quebrado esa vieja filosofía que ahora Valverde parece decidido a recuperar. La pretemporada había dejado entrever un equipo con más empaque, condición que no mantuvo en la Supercopa. Aunque no regateó los esfuerzos defensivos en la presión y se significó a través del balón (61,5% de posesión), nunca terminó de presidir el partido y quedó fatalmente expuesto a las contras de un Madrid desatado en el tramo final. El balón fue azulgrana, pero triunfó la idea del conjunto blanco. Se echó en falta una respuesta táctica convincente del Barcelona.

El sorprendente marcaje individual de Kovacic sobre Messi arruinó el guión ofensivo de los de Valverde. El Madrid se permitió emplear un recurso de otra época por el limitado desequilibrio individual del once azulgrana. Cuando el argentino pudo deshacerse del adhesivo de Kovacic y encontrar una huida con apertura a banda, Deulofeu no encaró ni una sola vez con intención de desborde a Carvajal. Esa falta de atrevimiento facilitó la tarea de los jugadores del Madrid, cada uno con su marca. Es difícil saber si con Neymar en el terreno de juego Zidane hubiera tenido el arrojo de poner a un hombre fijo detrás de Messi. El único jugador que sacó partido de la situación fue Rakitic, que ocupó con diente el sector derecho.

Tampoco salió bien parado el Barcelona en el repliegue. El Madrid le desarmó con su habitual ida y vuelta en el que tan cómodo se siente. Especialmente señalados quedaron Aleix Vidal y Piqué. El lateral retrocedió lento y mal y el central no anticipó en ninguna de las jugadas. Jugar con laterales tan largos también perjudicó al Barça. Haría bien Valverde en acotar sus incorporaciones en partidos de alto nivel. Carece ya su equipo de esa superioridad con balón que reforzaba, asimismo, su estructura defensiva. Busquets está desprotegido, Iniesta adolece de vigor y a Umtiti no le alcanza para todo.

La llegada de Paulinho y las más que posibles de Coutinho y Dembelé podrían reequilibrar a medio plazo las debilidades del Barcelona. Tres futbolistas con frescura física y capacitados para desempeñarse con corrección en distintos sistemas. El característico 4-3-3 actual podría derivar en algunos encuentros en un 4-2-3-1 con Busquets y Rakitic (o Paulinho), Coutinho y Dembelé en los costados y Messi detrás de Luis Suárez. Variante interesante y muy en la línea del método Valverde con el propósito de detener un declive futbolístico que no se le escapa a nadie. En el juego está la solución.