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Gregorio Pérez

¿En qué cree, a quién admira y cuál es su historia?

La trayectoria del técnico de Santa Fe es la de un hombre que reivindica el valor de hacerse a pulso. Entrevista mano a mano con Diario AS sobre su vida y convicciones.

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¿En qué cree, a quién admira y cuál es su historia?

“La vida no es ganar, es convencer para ganar”.  La frase es de Gregorio Elso Pérez Perdigón, el técnico de Santa Fe que lidera la tabla con puntaje perfecto en la liga, peleará los cuartos de la Copa local y sigue en competencia en la Sudamericana.  Con 69 años, más de 45 dedicados al fútbol, conoce bien el éxito y la dificultad. Lo mueve la pasión y queda claro que convence. 

Nació en el pueblo Las Sierras, que en 1962 pasó a llamarse Gregorio Aznárez en el departamento de Maldonado, Uruguay. Una población que giraba en torno a la industria azucarera y a una cancha de fútbol. De origen humilde, Gregorio aprendió a valorar lo poco que tenía (que era todo) y a trabajar desde muy joven. Su vida ha estado marcada por la determinación. 

De su padre heredó el amor por Peñarol y aún recuerda como sentado en un banquito de tres patas vio a su viejo lagrimear cuando Uruguay cayó 4-2 ante Hungría en el Mundial de 1954.  En familia y al lado de un radio alimentó el cariño por la pelota. Quería ser profesional, jugar en el Centenario, que el mítico narrador Carlos Solé relatara alguno de sus partidos. Un sueño que le costó y mucho. 

Hizo una prueba en Wanderers, no lo llamaron (por evitar problemas con la dirigencia de Maldonado), pero igual fue. Lo mandaron al banco y terminó debutando. Fue un volante de marca recio, aguerrido. En 1976 hizo parte del histórico Defensor Sporting que cortó con la hegemonía de Peñarol y Nacional en la liga uruguaya de la mano del revolucionario entrenador José Ricardo De León, creador del pressing a la pelota. 

A Pérez le interesa que quede claro que De León es su único y gran mentor. El hombre que puso a jugar al portero en un cuarto de cancha, que fue obsesivo con la marca y la reducción de espacios al rival lo marcó profesionalmente, aunque para llegar a ser técnico tuvo que hacer sacrificios. Su primer equipo fue el del banco Pan de Azúcar en una liga amateur. El tiempo le dio su lugar. 

Dirigió varios equipos como Progreso, Rampla y Wanderers antes de que en 1989 Óscar Washington Tabárez lo invitara a unirse al cuerpo técnico de la Selección de Uruguay. Vivieron la gloria previa a Italia 90 con grandes resultados en amistosos. Un equipazo que con Francescoli, Paz y Fonseca resultó eliminado en octavos de la Copa frente al local, tras una fase de grupos complicada en la que empataron ante España (0-0), cayeron ante Bélgica (3-1) y solo le ganaron a Corea (1-0). 

La vida lo llevó a Independiente, Cagliari, Gimnasia, Argentinos Juniors, Olimpia, entre otros equipos en los que gestionó más o menos recursos y que lo marcaron como entrenador. Con Libertad y Peñarol alcanzó títulos, pero en las buenas y las malas ha logrado mantener la llama intacta. Casi 40 años después de su primera experiencia como técnico, Pérez ilusiona a los hinchas de Santa Fe a puro trabajo, orden y oficio en la cancha. 

Gregorio recibió a Diario AS en el hotel Dann Carlton, su casa desde que llegó a Bogotá hace poco más de un mes. Una charla extensa, pero valiosa para entender quién está detrás del líder del FPC. 

¿Qué tiene Uruguay que con 3 millones de habitantes saca tan buenos jugadores y cultiva esa pasión por el fútbol?  

¡Qué pregunta! No tiene respuesta. Preguntale a cualquier uruguayo que te puede decir… para saber eso hay que ir al país, hay que recorrer los barrios, los pueblos y ahí ustedes se van a dar cuenta por qué. 

¿Cómo han logrado Pékerman y Tabárez sobrevivir con sus procesos en Colombia y Uruguay? 

Justamente tienen experiencia, conocimiento, mesura y capacidad. Usaste la palabra proceso… Tabárez ha sido criticado, Pékerman ha sido criticado, lógico que cada uno tiene su estilo, distintos intereses, pero hay una razón en la que somos reiterativos que son los procesos. También está la convicción de aquellos que los respaldan.

En Uruguay respaldaron a este cuerpo técnico y eso llevó a que las selecciones juveniles hayan llegado a instancias decisivas en estos últimos 12 años. Para nosotros que somos un país pequeño, que tiene mucha historia, ha sido fundamental este proceso que inclusive despertó aquella pasión por la Selección. El pueblo se sintió identificado, se siente identificado.

Y junto a Tabárez vivió un gran momento…

Mucha gente piensa que yo comencé junto con Óscar y no… se dieron las circunstancias. Acepté trabajar con él, para mí era algo importante. Veía que iba a ser una rica experiencia, que iba a adquirir conocimientos. Participamos en las Eliminatorias, una experiencia linda, desgastante, que nos potenció. Hicimos una gran Copa América, Uruguay tenía un gran plantel. Perdimos la fina contra Brasil, con un gol de Romario de cabeza. El Mundial fue complicado.


Muy poco tiempo para logar asimilar resultados y mantener un estado de ánimo

Y un estado de ánimo lógicamente que es todo, después que pasan las cosas. El arranque en los Mundiales es fundamental, pero fue una rica experiencia. A nuestro regreso, meses después, Óscar se va a trabajar a Boca Juniors, yo fui contratado por Gimnasia y Esgrima de La Plata y ahí continuamos la carrera cada uno por su camino. Gracias a Dios él tuvo, una carrera con más sucesos en equipos grandes, lo reconozco, pero uno tuvo también la oportunidad estar en otro ámbitos.

Como salir campeón de Uruguay con Peñarol cuatro veces, que no es poca cosa…

Sí, cuatro campeonatos uruguayos, pero en definitiva ganamos 11 títulos con Peñarol: dos liguillas, campeonatos cortos como estos que estamos disputando acá (clausura o apertura), Copas Parmalat -muy famosas en aquella época- que se hacían en las etapas de verano y otros campeonatos clasificatorios. En fin, trato de rescatar todas las cosas positivas porque he tenido fortuna pero la he acompañado con mucho esfuerzo y sacrificio.

Vengo de orígenes muy humildes y he luchado por un camino que creo que es el que hoy me mantiene con la llama viva. Yo me siento un hombre totalmente feliz… Feliz porque tuve la fortuna de que mi familia me entendiera y me acompañara en todo hasta el día de hoy, una familia que ha crecido. Los nietos me llaman y el más chiquito me dice “abuelo me voy para Colombia”. (Risas)

Son hinchas de Santa Fe, por supuesto…

Sí, donde está el abuelo están ellos. Me siento plenamente feliz y con el deseo de seguir creciendo, de seguir aprendiendo. Cuando tuve, diríamos la mala fortuna de irme de Ibagué, pensé que no iba a regresar. Miran la hoja de ruta de uno y está bárbara: dirigió Uruguay, le fue bien en Argentina, Italia, Paraguay, pero estuvo dos meses en Tolima, mirá la edad que tiene se preguntarían muchos. Hasta que sonó el teléfono. Quedaba un solo equipo sin técnico y el de arriba dijo, “tenés que volver porque a vos te gusta ese país, porque es un fútbol lindo, porque es un país cálido de gente solidaria”. Tuve esa fortuna. Hoy estoy acá con ustedes, agradecido.

¿Qué tipo de jugadores son su debilidad? ¿Cuál lo marcó?

No soy de dar nombres exclusivos porque dirigí muchísimo y soy un agradecido con el fútbol. Dirigí jugadores de excelencia, jugadores muy buenos, jugadores sobresalientes, otros regulares, pero si hoy estoy acá es gracias a todos los jugadores de fútbol que yo he podido dirigir. Tuve la fortuna de manejar planteles con una calidad bárbara.

Además de lo futbolístico rescato mucho la parte humana. Tener una relación afectiva. Hoy los jugadores de Santa Fe son mi familia, son mis hijos. Tengo un trato bárbaro de respeto con cada uno, como lo tuve cuando fui al Tolima. Hay un gran recuerdo de toda la gente de Ibagué porque se portaron sensacional. Acá no ha quedado un muchacho que no se ha ofrecido si necesito algo, o gente que rodea al mismo equipo.

Mañana alguien puede leer la nota y dirá “este tipo es un fantasioso”. No es así. No soy demagogo. Digo lo que siento y lo que puedo decir y a para mí no es ningún empache decir que acá me abrieron las puertas de par en par y estoy como en mi casa. Lógico que estoy a 4.600 kilómetros de mi país en donde están mis afectos más lindos, pero bueno gracias a Dios hay un avance en la tecnología, nos podemos ver, hablar y pronto nos vamos a reencontrar.

¿Qué relación tiene con Gerardo Pelusso?

Lo considero mi amigo.

¿Qué coincidencias pueden tener como entrenadores?

Mirá, que ambos fuimos jugadores de fútbol, tenemos pasión por esto, lo vivimos con un cariño tremendo porque somos unos agradecidos. Lógicamente que podemos tener una similitud sí, pero como todo ser humano podemos pensar distinto, podremos tener algún punto de contacto pero cada uno tiene su propia impronta. Gerardo ha hecho una gran carrera como técnico y va a seguir, tendrá la posibilidad de trabajar nuevamente, si no lo ha hecho hasta ahora es porque no quiere.

Y porque le fue mal con los árabes…

Sí muy mal. Sufrió mucho con ese tema.

Simeone dice que no le gustan los técnicos que juegan para sí mismos… ¿Usted tiene un estilo al que le sea fiel?

Primero que nada, lo más importante son los jugadores de fútbol. No trabajo para que me distingan a mí. Lógicamente tengo la responsabilidad de marcar un plantel. Tengo que volcar todo lo que puedo, escuchar al jugador, tener respuestas para que ellos puedan llevar a cabo lo que uno entiende que tienen que hacer dentro de las características de cada una de las individualidades que componen el equipo.

En Santa Fe hay un plantel de muy buenos jugadores con distintas características y yo trato de trabajar en una identidad muy simple: un equipo que defienda bien, con equilibrio. Tránsito rápido de defensa a ataque y que sea a la inversa cuando no se tiene la pelota. Procurar jugar bien, pero buscando los resultado. No jugar bien de costado sino de frente, esa es mi filosofía.

A usted le ha tocado entrenar generaciones de futbolistas completamente diferentes. De 1981 a 2017 hay más que años…

Sí, total.

¿Cómo se adapta un técnico a jugadores con muchos otros intereses además del fútbol?

Hace rato te hablé del afecto, del cariño, de que me gusta tener una buena relación. Cuando llegué a Ibagué empecé a escuchar vallenato y les preguntaba, porque hay unos artistas de acá -muy buenos todos- de los que de repente no tenía un conocimiento. Trato de hacerme sentir joven entre los jugadores, de estar conviviendo con ellos y disfrutando. Sé que el mundo ha cambiado, yo tengo hijos, tengo nietos, fue brutal el cambio que hizo la tecnología, un alto porcentaje muy bueno y otro muy malo, pero no vamos a entrar en ese tema.

Ahora que peino canas, que les llevo el doble de la edad a los futbolistas o mucho más, trato cada día de estar más cerca. A mí me hace sentir bien, me refresca la mente. La llama se enciende y cada vez tengo más pasión. He tratado de no quedarme en el tiempo porque viajo, porque miro, porque estoy enterado de lo que pasa en el mundo el fútbol. Cuando no he trabajado, he salido. Me abrieron las puertas en otros lugares para adquirir conocimientos, para estar en relación con otra gente del fútbol. Eso hace que hoy me sienta bien, me sienta actualizado y que siga viviendo el fútbol con la misma pasión desde que tengo uso de razón, cuando andaba corriendo detrás de una pelita de goma.

El mundo reconoce a técnicos como Mourinho, Guardiola, Del Bosque… ¿usted cuáles admira?

Admiré mucho a Arrigo Sacchi, porque está relacionado con la propuesta de lo que llevó a cabo el profe De León para quebrar la hegemonía en el fútbol uruguayo. Ese Milan de los holandeses me reflejaba siempre en la memoria a mi gran maestro. Tuve muy buenos técnicos como jugador, también hay muy buenos técnicos de mi edad y de los que yo he aprendido mucho, pero el maestro Ricardo de León fue un adelantado 20 años antes, por su capacidad, su inteligencia y su esfuerzo.

Él tuvo contacto con quién implantó el pressing en el fútbol holandés, con el rumano Ştefan Kovács. Es una historia muy rica porque antes hablamos del pressing, hoy se habla de la presión alta, presión media. Cambian los términos, pero en general es lo mismo. De todos, también rescato a Heynckes. Técnicos de otros continentes hay muchos trabajando y con muy buen suceso.

Admiro mucho a Simeone, muchísimo. Por lo que entiende, por su capacidad de trabajo, yo digo que parece uruguayo. No dejo de reconocer otros técnicos como los que tú me nombraste: Guardiola, del Bosque, Mourinho. Son técnicos de gran trayectoria que han tenido la posibilidad de decir “quiero este futbolista, quiero a uno de los mejores 10 que hay en el mundo… Llame a Rodríguez y me lo trae, quiero un 9 como Falcao, que me lo traigan, quiero a Suarez…”.

Es ir al supermercado a elegir…

Ahí está, y muchos de nosotros -lógicamente entenderán- no tenemos la capacidad para estar ahí, no tenemos para elegir eso, pero igual nos defendemos con las armas que tenemos.

¿Y cómo ha visto la evolución de la preparación física? ¿Qué importancia le da en el fútbol actual?

La capacidad técnica y la destreza del futbolista con el balón es fundamental, pero la parte atlética es súper importante. Gracias a Dios hoy tenemos los avances que nos han brindado la tecnología y otros medios de tener un mayor conocimiento sobre el atleta en todo sentido para prepararlo de la mejor forma. Hay un montón de cosas que han avanzado para tener una base antes de trabajar la parte técnica y táctica.

Se ha avanzado para bien y cada día más hay más posibilidades, más herramientas para trabajar. Nosotros las tenemos que aprovechar, para eso debemos preocuparnos y estar a la altura. He dirigido equipos en desarrollo, muy humildes, que no tienen esas herramientas y de alguna forma nos la arreglamos, pero luego llegas a otras instituciones con más historia, con otro poder económico y te brinda esas posibilidades. Uno se puede adecuar a distintas cosas.

También está lo emocional, ¿cómo maneja la competencia por la titularidad al tiempo que mantiene la motivación en el grupo?

Siempre hablo con mucha sinceridad, no miento. Yo también fui jugador, cuando a mí me dejaban afuera yo pensaba que el técnico se equivocaba, pero después que pasé al otro lado de la línea entendí. Voy de frente y explico las cosas. Trato de tenerlos motivados, de hablar, de tener comunicación. No no pongo barreras, no soy un militar. Tengo mi responsabilidad y el jugador se da cuenta cuál es su lugar, pero eso no me quita de tener una relación y profundizar en la misma.

A mí me preocupan más los que están afuera que los que juegan. Trato de hacer entender a los futbolistas que hay que seguir entrenando porque en cualquier momento tienen su oportunidad. Que ellos tienen que vivir para el fútbol, no esperar a que el fútbol viva para ellos. Hay cosas que a uno lo pueden hacer pasar un mal momento. A mí me ha pasado y me pasa que veo a un chico cabizbajo, amargado porque no lo puedo meter y pienso en el ser humano, en sus familias, en que piensan en su porvenir… Hay un montón de cosas.

¿Está de acuerdo con que a veces es más difícil gestionar el éxito que la adversidad?

Se puede estar de acuerdo o no. Es difícil gestionar el éxito porque llegamos allá arriba inconscientemente y la adversidad es difícil también de gestionar, pero cuando hay rebeldía y la madera está sana se puede lograr.