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MANCHESTER CITY 4- REAL MADRID 1

El ensayo acaba en paliza

Un Madrid sin piernas ni remate se vio arrollado por el City. Bale y Benzema, desaparecidos. Debut duro de Ceballos y Vallejo y golazo de Óscar.

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El ensayo acaba en paliza
ATLAS

Se hace esperar el Madrid y se hace esperar Bale, definitivamente el flanco por el que Mbappé puede desembarcar en el Bernabéu. Cierto es que el equipo de Zidane fue maltratado en exceso por el marcador y que se ablandó más por falta de oxígeno que de juego, pero se siente abandonado sin Cristiano y sin un goleador de guardia (llámenle Morata) que cubra las urgencias. Isco fue luz intermitente, Benzema hiberna en julio, Modric ha arrancado en frío, los laterales se quedan cortos y ciertos automatismos en defensa parecen haberse evaporado por efecto del verano.

El partido reflotó el empeño de Guardiola de convertir un equipo de jeque en un equipo de autor, de ponerle lírica a la tesorería. Para eso se ha gastado el City 138 millones (lo que suman las ventas del Madrid) en laterales, lo que viene a ser pasear al perro con un collar de diamantes. Ese 3-5-2 con el que incomodó al Madrid no pareció coyuntural y el desembolso en exteriores de largo recorrido (con Danilo en la izquierda), tampoco. El City se escalonó en cuatro líneas (tres centrales, Yayá y los laterales, dos mediapuntas y dos delanteros) para presionar con la fe de aquel Barça de Pep y para defender a 40 metros de su puerta. Quitarle el espacio al rival como mejor metido para quitarle la pelota fue la instrucción.

Y a este Madrid recién levantado de la siesta veraniega, pero con su mejor once posible (los indiscutibles menos los indisponibles) le costó escapar de esa red por su falta de precisión para jugar en largo hacia Benzema y Bale. Sin Cristiano, el Madrid se ve obligado a dar demasiados rodeos. Con todo, el duelo registró más actividad que el que el equipo de Zidane disputó frente al vecino de Manchester. Bale, Isco y Gabriel Jesús dos veces abrieron el tiroteo y ya no remitió.

El paradón. El City, afilado por De Bruyne y Gabriel Jesús, tuvo su momento. Un paradón de Keylor a Agüero le puso punto final. Luego, Isco recompuso al Madrid y fue encontrándole las grietas al rival inglés, en el que Foden, esa excepción canterana en un océano de suntuosidad, no brilló. Tampoco afloró a la superficie Bale, la puerta entreabierta para Mbappé. Queda un aire tristón, una cierta insularidad británica y una aparente falta de empeño en todo lo que hace.

El Madrid, en cualquier caso, alcanzó el descanso agarrando el partido, que tuvo brotes de dureza impropios de un amistoso, por las asas. Perdió su mejor ocasión en un cabezazo de Casemiro al palo.

La segunda mitad sopló pronto contra el Madrid, que encajó un gol de córner. Los tres centrales (Mangala había relevado a Kompany) cambiaron de área y cambiaron el marcador. Stones cabeceó, rechazó Casilla y apuntilló Otamendi. Un contratiempo que no explicaba bien el partido, porque en ese punto el Madrid manejaba el partido y el City se consolaba con el contragolpe.

El gol desencuadernó al Madrid, incapaz de parar a Sterling, que marcó el segundo de inmediato. El Madrid le defendió con la mirada y el galgo de Pep se dio un festín. En pleno temporal llegaron los Sub-21 de plata, debut de Ceballos y Vallejo incluidos, Esta vez no hubo efecto cantera inmediato. Otro central, Stones, disparó la ventaja inglesa con un tiro cruzado. Un español de 17 años, Díaz, hizo oficial la goleada. Y un canterano, Óscar, firmó el golazo de consolación. La ventaja de los veranos es que las derrotas resultan indoloras, pero son admonitorias. Y una paliza como esta será menos admisible en el Clásico.