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Una final de Copa perdida y un billete para Europa

Una final de Copa del Rey perdida y una clasificación europea son los dos primeros recuerdos que a todo azulón se le vienen a la cabeza cuando se habla del Vicente Calderón. En 2008 el Getafe jugó su segunda final copera consecutiva unos días después de caer derrotado en el histórico partido ante el Bayern. Laudrup y los suyos no pudieron redondear una temporada increíble, pero con el tiempo aquella doble gesta ha adquirido el valor que tenía y tiene. En el campo del Atleti, el Valencia se puso 2-0 en apenas diez minutos y dejó encarrilada la final, pero el tanto de Granero de penalti, al filo del descanso, dio esperanzas al equipo azulón, pero no hubo remontada. Más de 20.000 getafenses lloraron la derrota (3-1), pero salieron orgullosos y no olvidarán aquella noche.

Sólo un par de años después y con Míchel a la cabeza, el Geta se jugaba la clasificación para la Europa League en el Calderón y no falló (0-3). Con Soldado como estrella goleadora, los azulones sí pusieron esta vez la guinda en el Manzanares a la mejor Liga de su historia, en la sexta posición.

Antes de subir a Primera, el Geta apenas soñaba con visitar tan grande escenario. Desde su ascenso venció una vez con Pernía (2005) ganándose el fichaje por el Atleti y la Selección y la mencionada de 2010. Después de aquel encuentro hubiese preferido no regresar. Las últimas siete visitas se saldaron con siete partidos perdidos y sin un solo gol que celebrar. Incluyamos en la lista la derrota más humillante de la historia del equipo en Primera, el 7-0 de la 2013-14 que presagiaba un Atlético campeón.

Me permitiré un hueco para la nostalgia. En mi tierna infancia, enero de 1982, mi abuelo, socio y eterno seguidor colchonero, me llevó al Vicente Calderón para convencerme de que mis colores habían de ser los rojiblancos. El partido en cuestión era un derbi que acabó con victoria del Real Madrid (2-3) y escándalo arbitral. No pude ver nada, pues “los mayores” de delante se pasaron el partido de pie y protestando.

Cuando abandonaba frustrado el estadio saltaron a calentar el Madrileño y unos chavales de azul que resultaron ser el Getafe Deportivo. “¿Nos podemos quedar, abuelo? Quiero ver un partido”. Ganó el filial y el Geta desapareció al final de la temporada. Dio igual. Mi abuelo sabía que aquel era un día ideal para que un niño eligiera sus colores.