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BOCA JUNIORS

Guillermo, símbolo campeón como jugador y técnico

El técnico de Boca Juniors se ha consagrado campeón de liga después de haber levantado 16 títulos en su etapa como futbolista.

Actualizado a
Guillermo Schelotto durante una rueda de prensa de Boca Juniors.

Guillermo Barros Schelotto, el 'Melli' o simplemente Guillermo para los hinchas de Boca, es el primer ídolo de la época dorada de Carlos Bianchi, en cumplir su sueño de calzarse el buzo de técnico y consagrarse campeón en el club que lo hizo hijo pródigo, más allá de ser simpatizante de Gimnasia, donde se formo futbolísticamente.

En Boca compartiendo el podio con Martín Palermo y Juan Román Riquelme, nada más y nada menos, pertenece a ese élite que el hincha de Boca va a querer siempre y respetar, no solo por sus 16 títulos como jugador (ocho nacionales y 8 internacionales), sino también por que siempre dejo todo y algo más con una camiseta que parecía que estaba hecha a su medida.

Este personaje del fútbol, casado y con tres hijos, que nació hace 44 años en La Plata fruto de la unión de Cristina y Hugo, ex presidente de Gimnasia, tiene dos hermanos, Gustavo, gemelo y su ayudante de campo, y Pablo médico cardiólogo, y una hermana, la ingeniera agrónoma Carolina, fue desde sus comienzos, por su forma de juego y sus picardías dentro del campo, un personaje especial para el ámbito futbolero.

Esa característica la mantuvo desde que se inició como técnico en Lanús en 2012, teniendo de ejemplo a dos entrenadores que fueron sus maestros: Carlos Timoteo Griguol y Carlos Bianchi. En el equipo del Sur estuvo tres años y se consagró campeón de la Copa Sudamericana 2013.

Pero desde la llegada de Daniel Angelici en 2011 como presidente de Boca, siempre quiso tentarlo para que dirigiera en Boca y en marzo del año pasado, ante la salida de Rodolfo Arruabarrena, se cumplió el sueño de ambos. También la excelente relación que tiene con el presidente de la Nación y ex presidente de Boca Mauricio Macri, se hablan en forma permanente y según dicen allegados al mandatario, este lo quiere "como a un hijo".

Cuando llegó, marcó las primeras pautas y en una nota, cuando se recordó al Boca de Bianchi y la relación entre los jugadores dijo:"Aquel vestuario lo manejaba Carlos. Y este lo voy a manejar yo". Testigo de ello fue Daniel Osvaldo cuando en una fría noche de Montevideo se le ocurrió fumar a "escondidas" en los camarines del estadio de Nacional, provocando la ira de Guillermo y con eso el final del ciclo del centrodelantero.

Y después de la primera turbulencia, eliminación de la Copa Libertadores en semifinales, ante el modesto Independiente del Valle de Ecuador, se empezaron a ir algunos nombres con peso en el plantel como Daniel Díaz y Agustín Orión.

Luego del otro golpe fuerte, que fue la derrota en cuartos de la Copa Argentina ante Rosario Central, empezó una relación de amor y odio con Carlos Tevez de quien declaró hace poco que permanentemente se comunica a China para hablar con el astro.

Para el mellizo, "Carlitos", podía jugar de 9, mientras el "Apache" decía que se sentía mejor como media punta, pero más allá de las polémicas, finalmente logró que Tevez jugara sus dos mejores meses en Boca, hasta que después se fuera al Shangai Shenhua.

Por su pasado y en un plantel que, con la excepción de Fernando Gago y hasta que estuvo Carlos Tevez, no tiene nombres con historia y peso de referencia en el vestuario, se convirtió en el símbolo de un grupo de jugadores que a veces con aciertos y otros con errores dentro y fuera de la cancha, eran tapados por la aureola de "intocable" del entrenador.

Sus aciertos futbolísticos fueron 'bancar' a Ricardo Centurión y Darío Benedetto, claves para el título y tratar de recuperar en lo físico a Fernando Gago, otro de los artífices del campeonato.En deuda quedó con la parte defensiva donde terminaron jugando, cuatro defensores que eran suplentes hasta un mes y tuvo que poner a Wilmar Barrios, quien se gano al público de Boca, de volante central para dar equilibrio y en contra de su idea de poner un '5' con juego, pasando Fernando Gago a la derecha.

En la hora del balance y de la vuelta olímpica, quedará enmarcado en la historia como la cara visible de un campeón que tuvo altibajos, pero que lleva su sello, aquel que trajo de la época dorada de fines de los noventa y principios de 2000 y que lo tuvo como gran protagonista.