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VUELTA A ESPAÑA

Los Machucos: el nuevo ‘monstruo’ de la Vuelta

Un puerto de 9 km al 9% y rampas del 28%. Se subirá en la 17ª etapa, el 6 de septiembre. Freire subió con AS a la cima cántabra: “Un puerto espectacular”.

Los Machucos: el nuevo ‘monstruo’ de la Vuelta

Entre la neblina y la llovizna, Óscar Freire señala un cartel en el que se informa: Camino rural, 10% de pendiente. “Esta es la primera trampa del puerto. ¿Un 10%? ¡Si esto es mucho más!”, asegura el exciclista cuando encara la primera cuesta de Los Machucos, el coloso cántabro que aspira a ser el nuevo monstruo de la Vuelta: 9 km al 9%, donde no son pocas las rampas que superan el 20% y alguna llega al 28%. A pesar de la dureza, al tres veces campeón del mundo se le ve suelto en la subida, analizando para AS cada tramo sin dejar de dar pedales, y eso que asegura que no sale en bici (monta la Giant de sus tiempos en Rabobank) desde hace meses: “Si subir a este ritmo no es difícil... El problema es hacerlo a la velocidad que se ascenderá en la Vuelta. Esa es otra historia”.

La segunda trampa de este puerto, que se estrenará en la ronda española en la etapa 17ª del 6 de septiembre, llega poco después. Tras la primera rampa, un pequeño descenso estrecho da paso a otro muro. “Este momento es clave, todo el mundo va a querer llegar aquí bien colocado. El grupo llegará estirado de la bajada de Alisas y hasta puede haber problemas de caídas... Si vas mal colocado y se rompe el pelotón, te quedas cortado”, afirma Freire, al que se le nota que conoce bien la ascensión. No sólo de subirla en bicicleta, sino también en coche durante el rally de Santander, una de sus grandes aficiones tras dejar el ciclismo.

Sin equipo. Por tanto, la aproximación hasta esas primeras rampas será clave y, para Óscar, ahí se acabará el trabajo de los gregarios. Una vez que empieza la ascensión, los líderes deben tomar la iniciativa... casi desde abajo: “Porque este es un puerto en el que no se necesita equipo. Apenas pega el viento hasta el último kilómetro y, con rampas tan duras, no vale de nada ir a rueda”.

Y es que, de repente, la carretera se empina. Hasta la exageración. Una vista con perspectiva (observen la fotografía de la siguiente página) da la impresión de que el ciclista se enfrenta a una auténtica pared. El porcentaje rebasa el 20%. “Es tan duro que aquí no se marcan diferencias. El corredor que anda rápido va a 13 km/h, y el que marcha peor sube a 11 km/h. No se abre demasiado hueco. Este puerto cuenta con descansillos donde es más fácil arrancar. Aunque, si vas mal, después de tantos días de carrera esta cumbre te puede acabar de hundir”.

Al ataque. Son esos tramos en los que baja el porcentaje los que dan para tomar algo de aire, aunque no mucho. “No se recupera, porque vienes de rectas larguísimas, con un porcentaje muy alto y sostenido, que se hacen interminables. Por la televisión llamarán mucho más la atención las curvas, que es imposible tomar por dentro porque te romperías las piernas, como se suele decir, pero son esas rectas las que te van desgastando”. Aunque eso no debe desanimar a los escaladores, todo lo contrario. Si se tiene un buen día, el ciclista que piense en la etapa o en la general, debe atacar pronto: “Cuanto antes mejor, aquí da igual que el perseguidor tenga compañeros, porque si eres el más fuerte nadie te va a echar mano. No es de esos puertos en los que hay que tener paciencia y esperar hasta el final”.

Aunque dependerá mucho de cómo llegue la carrera (si hay escapada, las diferencias entre los favoritos...), para Freire se puede ver un bonito día de ciclismo: “El puerto es espectacular, de una dureza extrema, que hace 15 años hubiese impactado más, aunque ya nos hemos acostumbrado a que cada región meta en el trazado sus zonas más duras. ¿Puertos parecidos? A mí me recuerda a los de la Vuelta al País Vasco... o como el Xorret de Catí alicantino”. Hay que esperar a la parte más alta de la ascensión para ver cómo suaviza. Desaparece la vegetación, el porcentaje disminuye y se llega hasta el Monumento a la Vaca Pasiega que da nombre al final de etapa.

Cantabria. La estatua no es la única vaca que se ve durante la subida. Freire ya se ha cruzado con muchas, reales, plantadas en mitad de la carretera, que se apartan a su paso. Aunque Óscar cuenta como anécdota que algunas son peligrosas, se presentan mansas, aportando aún más encanto y belleza al recorrido. “Creo que esta zona va a sorprender a mucha gente. Incluso a muchos cántabros, que no saben que hay un paraje tan espectacular cerca de Santander”, comenta Freire. Él ya avisó en su momento a la organización de la Vuelta sobre este paraje, pensando en que podría encajar perfectamente con la filosofía de la carrera.

Finalmente fue la intervención del presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, la que le dio el espaldarazo definitivo. “Se ve que él tiene más influencia”, bromea Freire, que se alegra de que finalmente el coloso forme parte del trazado. La Vuelta ya tiene a su nuevo monstruo.