La Séptima y la revolución española
Han pasado 19 años desde la final de Amsterdam, aquel Real Madrid-Juve que se interpretó como una liberación histórica del club que había atravesado por un desierto de 32 años sin levantar el trofeo más prestigioso del mundo. En el caso del Madrid, significaba mucho más. Le devolvía al territorio que le había consagrado en los años 50, con Di Stéfano, Gento, Puskas y compañía, y en los 60, tras la conquista de la final frente al Partizán en 1966. Aunque es cierto que la final de Amsterdam figura entre las más queridas de la historia del Madrid, su trascendencia ha excedido todas las expectativas. En el entonces futurista Arena de la ciudad holandesa, la victoria de Real Madrid cambió de alguna manera la percepción del fútbol español en la gran escena internacional del fútbol.
Aquel partido se disputó con la Juve como indiscutible favorita. El fútbol italiano dominaba con autoridad el fútbol europeo, a partir del reinado del Milán de Sacchi y Capello. La Juve derrotó al Ajax en la tanda de penaltis en 1996 y añadió un nuevo título al palmarés de los equipos italianos, que participaron en todas las finales desde 1989 hasta 1998, excepto la que disputaron el Olympique de Marsella y el Estrella Roja de Belgrado en 1991. Nunca se ha visto una consistencia igual en Europa.
En estas condiciones estadísticas, la Juve, que alcanzaba por tercera vez consecutiva la final, era clara favorita en el duelo con el Real Madrid. No sólo le quedaba muy lejano el anterior título al club español (se calificaba el éxito de 1966 como la Copa del blanco y negro), sino que representaba una rareza. Desde 1966 hasta 1998, el fútbol español había bajado tantos peldaños que sólo había conquistado un título, el del Barça en 1992. Era un botín raquítico.
Tres equipos españoles (Real Madrid, Atlético y Barça) habían alcanzado la final en 32 años y en sólo cinco ediciones: Atlético (1974), Real Madrid (1981) y Barça (1986, 1992 y 1994).
Ese desierto español de 32 años lo habían ocupado con éxito los italianos (seis títulos), holandeses (seis títulos), ingleses (siete títulos) y alemanes (cinco títulos). España parecía una nota marginal en medio de estos colosos. A nadie extrañó la condición de favorita de la Juve en la final de 1998. Sin embargo, desde la perspectiva actual, y lo que ha sucedido después, cuesta imaginar a otro favorito que el Real Madrid.
Las alineaciones dicen bastante de la diferencia entre los dos equipos. En el Real Madrid jugaron Illgner (campeón del mundo con Alemania), Hierro, Sanchis, Roberto Carlos, Seedorf, Redondo, Raúl y Mijatovic. Completaban el equipo Karembeu (campeón del mundo ese mismo verano con la selección francesa), Morientes y Panucci, lateral derecho de la selección italiana. La Juve tenía dos jugadores de evidente talla mundial, Zidane y Del Piero, un par de jugadores sólidos, pero no deslumbrantes, en el medio campo, Deschamps y Davids, el cazagoles Inzaghi y varios italianos bastantes toscos: Torricelli, Di Livio, Pesotto, Iuliano.
La distancia de calidad era notable a favor del Real Madrid. La Juve garantizaba la mística ganadora de los italianos en los 10 años precedentes y su famosa superioridad táctica. Marcelo Lippi dirigía el equipo. Era una celebridad mundial, como la mayoría de los técnicos italianos de aquella época. Venció el Real Madrid y se consideró una gesta. Quizá lo fuera, pero el tiempo ha demostrado que aquella victoria cambió el paso del club y del fútbol español.
Dos años antes, a raíz de la sentencia Bosman, se había negociado el primer súper contrato televisivo en la Liga española. Su efecto fue instantáneo en equipos como el Real Madrid, Barça, Deportivo, Valencia y Atlético de Madrid. Entre 1998 y 2017, los equipos españoles han ganado nueve finales de la Liga de Campeones (1998, 2000, 2002, 2006, 2009, 2011, 2014, 2015 y 2016), todas conquistadas por el Real Madrid (cinco títulos) y el Barça (cuatro). Los dos equipos han ganado todas las finales que han disputado en este periodo. Otros dos representantes españoles (Valencia y Atlético) han llegado a la final dos veces cada uno.
Si de algo se puede hablar en los últimos veinte años, es de la casi hegemonía del fútbol español en Europa, trasladada a la selección española en un periodo sensacional. Nadie lo pensaba en 1998, cuando el Real Madrid acudió con la etiqueta de víctima al Arena de Amsterdam.