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Siento que el Atleti no fue el Atleti

Siento, cuando llega ese gol, el primero de Cristiano, tan pronto, que no cambia nada, sólo lo hace todo más difícil. Un poco. Aunque cada vez que miro la tele lo que siento es peligro: ahí está siempre el Madrid, llenando el área de Oblak, disparando a matar. Siento a Koke nervioso, a Lucas incómodo, al centro perdiendo mucho balón. Siento que Gameiro falla lo que no fallaría Grizi. Siento que estoy loca porque le escribo a un tifo y le hablo a la tele. “Vamos, chicos”. Le grito, más bien. Pero es que siento que ese de ahí no es mi Atleti, no el Atleti del Cholo, que es otro, peor. Porque al descanso el Madrid podría ganar 3-0 y eso es lo que más rabia me da sentir. Más que el recuerdo a Lisboa y Milán, y esa frase, Decidme qué se siente, del tifo.

Porque aquello son como las cicatrices de la bici en las rodillas, siento: aunque no se borren, las heridas curadas no sangran. Siento al Atleti mejor en la segunda parte pero Simeone quita a Saúl y se descompone. Cristiano hace otros dos y lo difícil ya es imposible. Siento que al Atleti, al cambiar la camiseta, con el rojiblanco se le fue también ser el Atleti. Y siento que quiero que el árbitro pite, que hoy acabe, que lleguen el Calderón y un milagro. En sus gradas lo que los tifos pintan siempre son emociones que me calan. Nunca dejes de creer, me recuerda esa en la que pienso ahora, mientras no siento una lágrima que cae sobre mi camiseta. La obvio: nunca, nunca lo dejo de hacer.