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REAL MADRID 2 - BARCELONA 3

Barcelona gana el Clásico con un golazo de Messi a los 92'

Imperial, decidió el Clásico en la última jugada y pone líder al Barça con un partido más cuando el Madrid tenía medio campeonato en el bolsillo. Partido glorioso con dos porteros espléndidos.

Messi celebra el tercer gol del Barcelona.
AFP

Messi decidió que hay Liga. Sucedió en el descuento, que siempre fue territorio madridista, después de un partido trepidante, sin ataduras, con dos porteros estupendos y un árbitro de nevera. El argentino le mostró su camiseta al Bernabéu en gesto de orgullo y reivindicación en otro partido de época. Al Madrid le sobró alinear a Bale y perdonar en sus llegadas. Perdió a la ruleta rusa en que acabó el pleito, echando de menos la precisión de Cristiano. Al Barça, ya líder interino, le bastó con el argentino, jugador todopoderoso, irrompible. Cuando él aparece, el equipo se siente capaz de todo.

Los penaltis y las expulsiones, como los platos principales del menú, tienen su momento. Nunca se sirven al principio. Por ahí se libró el Barça de un máximo castigo, como ya le ocurrió en el Camp Nou, y el Madrid de la expulsión de Marcelo. Por no romper nada, Hernández Hernández miró hacia otro lado en un derribo claro de Umtiti a Cristiano y en un codazo alevoso de Marcelo a Messi. Cuando sucedió el primer hecho (2'), el Madrid andaba en versión ciclón. Cuando se produjo el segundo (20'), el Barça muleteaba mejor el partido, aunque pasándose el pitón del contragolpe demasiado cerca de la taleguilla.

Zidane, también por no romper nada, le hizo sitio a un Bale lesionado, que recorre el tránsito de innegociable a inexplicable. Pretende, por las malas, hacer de él un centrocampista. Se rompió como el cristal poco más allá de la media hora. Recibe mucho más de lo que da. Tampoco quiso romper nada Luis Enrique y cambió pieza por pieza, Alcácer por Neymar. No son de la misma especie. Y además, adelantó la zaga en maniobra exagerada, una invitación a los antílopes del Madrid. Así que, tras el primer empujón blanco, el partido quedó en su suerte natural: el Barça manoseando la pelota, con Messi como mediapunta, y el equipo de Zidane mandando morterazos a la espalda de los centrocampistas blaugranas.

Messi despega

El metabolismo del partido fue cambiando minuto a minuto. El Madrid fue regando de ocasiones sus salidas a la contra, porque la velocidad punta de Cristiano y Benzema estuvo fuera del alcance de Piqué y Umtiti. Ahí hizo trabajar a Ter Stegen, con un remate del portugués y otro de Modric, aunque cocinara el gol con la receta tradicional del balón parado. El rechace de un córner lo puso Marcelo en el segundo palo, Ramos lo mandó a la madera y Casemiro lo metió a puerta vacía. Antes de que el Madrid digiriera su ventaja, Messi, que andaba ya en modo recital, empató en una ruptura por el centro, adornada con recorte y zurdazo. Esa acción tiñó de azulgrana el duelo. Messi, de nuevo, y Jordi Alba tuvieron el 1-2 y Casemiro rozó la roja por un derribo al argentino.

En la segunda mitad, el partido siguió el mismo recorrido. Acelerón del Madrid, impulsado por sus laterales, y respuesta progresiva del Barça para llevar el pleito al terreno de la pausa. Por medio quedaron cinco paradas prodigiosas, dos de Ter Stegen en cabezazo de Benzema y trallazo de Asensio y tres de Keylor, ante Alcácer, Piqué y Luis Suárez.

El partido había roto en partidazo, repleto de actividad en las dos áreas, hasta que un zurdazo de Rakitic lo desequilibró. Y la expulsión de Ramos, rigurosísima, acabó por romperlo. Fue la última en la noche negra de Hernández Hernández. Y ahí decidió el Madrid volver a la vida. Empató James y estuvo tres veces al borde de la victoria. Y cuando firmaba el empate, Messi le mandó a la guillotina con un disparo de alta precisión. Llevaba tres años sin hacerlo, pero hay costumbres que no se olvidan.