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SARAH CASTRO LIZARAZO

Pékerman y la tormenta

Cómo no valorar el proceso de Pékerman, sobreviviente del resultadismo, la memoria selectiva y un sector radical de la prensa.

Bogotá

El mayor capital que tiene un técnico de Selección es su credibilidad. Lo confirmó el dramático despido de Edgardo Bauza en Argentina, en medio de un caos que desde hace años es el estado natural de la AFA. La estabilidad cimentada en la corrupción de los años de Grondona se desmoronó dejando bajo los escombros a la –alguna vez- prestigiosa liga argentina e hiriendo al seleccionado en el que juega el mejor futbolista del mundo.

Tras la renuncia de Martino, la Comisión Normalizadora (el ente diseñado para hacerle frente a la anarquía en AFA tras una elección vergonzosa en la que participaron 75 personas y aparecieron 76 votos) designó a Bauza después de un proceso de selección-reality en el que entrenadores de todos los estilos y antecedentes presentaron su plan. Bauza resultó vencedor, pero nunca logró convencer a los hinchas, a los medios y tuvo que lidiar con un camerino que se tornó indomable ante su inexperiencia. El poder de Lio y Masche en acción…

El Patón, campeón de Libertadores con LDUQ y San Lorenzo, resultó convocando a Ezequiel Lavezzi, declarando en modo vidente que no sabía que haría después de coronarse campeón del Mundial de Rusia y destacando en ruedas de prensa grandes actuaciones del equipo que nunca ocurrieron. En su fugaz paso por la Selección concedió más entrevistas que el mismo Messi. Habló hasta el hartazgo, pero nunca logró convencer a los jugadores que tienen a la Albiceleste en zona de repechaje en la clasificación a Rusia.

Esta Eliminatoria dejó desempleados a más técnicos de la Conmebol. Dunga, Baldivieso, Díaz, Sampaoli, Martino, Sanvicente y Hoyos hoy la miran por TV. Cómo no valorar el proceso de Pékerman, sobreviviente del resultadismo, la memoria selectiva y un sector radical de la prensa. La Selección mira el camino a Rusia desde el segundo lugar de la tabla. Sí, Colombia jugó mal ante Uruguay, Argentina y Bolivia, pero el técnico argentino se mantuvo firme en el discurso. Hizo respetar su contrato y su ascendencia en el vestuario.

Cuestionado por su excesivo blindaje de la Selección ante los medios, Pékerman salió victorioso de Quito, le otorgó el triunfo a los jugadores… esos soldados –van 67 convocados en 5 años de gestión- que lo mantienen en su cargo. Aún no está a salvo porque el desgaste en la Eliminatoria Sudamericana y la esencia de un oficio que lleva a la guillotina cada tres partidos determinarán su futuro, pero ha sabido mantener la convicción del equipo incluso cuando los resultados cuestionaron la comunión de los jugadores con el proyecto.

El mayor capital que tiene un técnico de Selección es su credibilidad. Inyectar confianza cuando el plan parece un error, cuando arrecian las críticas, cuando la tormenta mediática presiona. Con un balance de 37 triunfos, 13 empates, 13 derrotas y 101 goles, Pékerman recarga crédito en su cuenta personal. Le dio vuelta a la tabla de la Eliminatoria y conserva su cargo, una rareza en tiempos turbulentos.