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Deulofeu y el VAR triunfaron en París

Noche feliz en París. Lopetegui puede sentirse satisfecho. Contra la costumbre de Del Bosque, que nunca me gustó, no utilizó el amistoso de turno para dar actividad a todos los que no habían jugado el oficial. Sacó el equipo mejor, con algunas variantes arriba, que modificó sobre la marcha para bien. Esas variantes arriba fueron lo más discutible, empezando por Pedro, que, visto lo de ayer, no se entiende por qué ha vuelto después del cante que dio en la Eurocopa. Es verdad que todo el mundo tiene derecho a una nueva oportunidad, pero él desperdició esta. España hizo un gran primer tiempo en todo menos en profundidad.

Aun así, fuimos al descanso contentos. El tiqui-taca le pintó la cara a Francia, que, no obstante, dio varios sustos. En lo poco que salió, lució a Mbappé, como jugador eléctrico y con peligro. Pero el campo y el balón eran de España, que echaba muy en falta a Silva, el interruptor que activa el juego en el tramo final, cuando hay que concretar el dominio en acciones ingeniosas y profundas. Entró en la segunda parte, como lo hicieron Deulofeu y Thiago, y ahí España tuvo lo que le faltaba, profundidad, intención. Bien los tres, sobre todo Deulofeu, que provocó penalti en su primera jugada y más tarde hizo gol, coronando un gran ataque.

Así que España ganó un partido y encontró un jugador. Deulofeu abrió la puerta a un futuro acorde a su talento, que corría el riesgo de desperdiciar. Por lo demás, fue un partido para lucir el VAR, que a mí no me entusiasma, pero que esta vez funcionó doblemente bien, si se me permite: porque resolvió con justicia dos dudas y, dicho sea todo, porque las dos decisiones nos favorecieron. Tanto, que cabe decir que sin el VAR hubiéramos empatado a uno y con él ganamos 0-2. Cuando Italia ganó el Mundial de España, alguien colgó una pancarta de lado a lado en la plaza de Udine que rezaba: ‘Per una volta, viva l’Italia’. Pues eso: por una vez, viva el VAR.