Chile deja a Argentina en repesca al vencer a Venezuela
La Roja pudo sellar una goleada histórica, pero terminó con angustia. El equipo de Pizzi quedó nuevamente en zona de clasificación mundialista.
El nerviosismo cundía en el Estadio Monumental. El infortunio de Buenos Aires, donde se perdió pese a jugar bien; el regreso a Macul por primera vez desde el nefasto empate contra Bolvia, que finalmente fue triunfo por secretaría; y, principalmente el imperativo de ganar, generaban... muchos nervios.
Había nervios, tanto que a los 35 segundos hubo un enredo en el área chilena que resolvió Gonzalo Jara con categoría. Después vino lo de Alexis, quien embocó el tiro libre que el travesaño le había negado cinco días antes en el Monumental de River Plate. La falta de Zambrano sobre Vidal, detrás de la media luna del área, permitió que tocopillano sirviera con maestría y colocara el balón en el ángulo. Dio en el larguero y picó adentro, con el portero Fariñez pidiendo explicaciones ante un tiro inatajable.
Fue el desahogo y, al mismo tiempo, el acceso del Niño Maravilla a la inmortalidad como goleador histórico de la Roja.
El relajo post apertura de la cuenta permitió que se elaborara una de las mejores jugadas de la selección chilena en la presente eliminatoria. Alexis corrió de este a oeste, se la cedió a Charles Aránguiz y éste a Esteban Paredes. El veterano goleador solo tuvo que empujarla dentro del arco y salir a festejar un gol de baby fútbol. Los venezolanos no lo podían creer.
Rómulo Otero ensayó un tiro libre que fue a dar a las nubes y Murillo no pudo ante el achique de Claudio Bravo. Los llaneros sintieron el golpe, pero no renunciaron al ataque.
Chile volvía a atacar y a convertir, con un porcentaje de efectividad impresionante. Nuevamente Alexis partió desde la izquierda y avanzó hacia el centro. La cambió de frente para Isla. El centro del Huaso encontró la cabeza de Alexis nuevamente y Paredes, quien rondaba en el área chica, la echó adentro.
El Monumental era una fiesta ante una exhibición de contundencia que no se veía desde el histórico 7-0 a México por la Copa América Centenario. Además, Eduardo Vargas, el héroe de Santa Clara, estrellaba un zurdazo en el palo.
Venezuela no bajaba los brazos. Otero dejó solo a Murillo, quien nuevamente falló en el último toque ante la presencia de Bravo. Y antes del descanso, Murillo tuvo otra más que contuvo el capitán chileno.
Vidal fue el líder que tomó las banderas en el complemento para dar el golpe de nocaut. En los 10 primeros minutos de la reanudación Chile tuvo seis ocasiones clarísimas para anotar el cuarto gol. Cuatro de ellas fueron del Rey Arturo y las otras dos de Paredes. En una, el del Bayern Munich quedó solo ante el portero venezolano y desvió increíblemente. Por momentos, parecía una pichanga de barrio, de esas donde los amigos están más preocupados de que los goles sean bonitos antes que anotar. La lucha era desigual. El partido se veía poco serio desde afuera y el despilfarro de los chilenos impresionaba.
Después de la farra chilena vino el repunte venezolano. Un tiro libre de Otero permitió que Salomón Rondón saltara más alto que todos y clavara un cabezazo esquinado y bajo inatajable para Bravo. A continuación, Rincón estrelló el tiro en el travesaño, picó dentro, pero el árbitro no cobró el gol. De un instante a otro, el sueño chileno se convertía en una pesadilla.
Entremedio de la angustia por la crecida de los llaneros, el juez sancionó un penal por falta sobre PP Hernández. Alexis se la pidió a Vidal, con el objetivo de superar a su ídolo de infancia José Marcelo Salas en la lista de goleadores históricos. Pero el inocente lanzamiento desde los 12 pasos del Niño Maravilla fue contenido por Fariñez.
Chile fue una tromba en el inicio. Después vino una farra monumental. Y terminó salvándose de un bochorno gracias a Bravo, a que el juez no sancionara un gol legítimo, y a la fortuna. Fue demasiado el riesgo, porque Venezuela pudo arruinar la noche.