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El ascenso irresistible de Mbappé

Me contaba ayer Frédérik Hermel que la aparición de Mbappé ha provocado en Francia una ilusión como nunca él recuerda en la aparición de un futbolista. Ni Henry, ni Benzema, ni Ben Arfa (que salió como un trueno) ni Zidane... Quizá Gourcouff, aquel chico blanco al que venció luego la responsabilidad. Pero lo de Mbappé resulta insólito. Unos cuantos partidos en la élite, entre ellos dos que han servido para hacer caer al City y, anteayer, el debut en la Selección, sólo unos minutos, en los que levantó el estadio. Una oferta de 110 millones del United y un interés indisimulado del Madrid (el propio Florentino no lo negó) completan el cuadro.

Para Francia, sería la perla de una nueva generación de futbolistas que empieza en Griezmann, que tiene 26 años, y pasa por jugadores como Rabiot y Dembélé hasta llegar a este, recién salido del horno, del que hace un año el gran público ni había oído hablar y ahora es una celebridad en toda Francia y en media Europa. El aficionado francés espera que juegue mañana contra España. Allí se vivió con felicidad la final de la Eurocopa, pero sin verdadero orgullo por el juego. Se espera que esta generación le dé un plus al equipo del gallo, como la generación de los Casillas, Xavi, Iniesta, Villa y demás rescató a España de años de atonía.

Y, sí, el Madrid lo tiene como objetivo. Atacante pleno, con encanto en su juego y magia en su imagen personal, parece el indicado para en un futuro competir con Neymar, que apunta a heredero al trono que hasta hoy se han repartido Messi y Cristiano. Un experto en la materia me aseguraba hace poco que en el mundo sólo hay tres jugadores que “venden camisetas de verdad: Messi, Cristiano y Neymar”. Traduzcan lo de vender camisetas por tener tirón de imagen más allá del nombre del club. Bale no llega a eso. Mbappé puede ser el siguiente, quizá el único de los que aparecen en el radar. Al menos está en ello. Es el jugador a seguir.