El Atlético de Madrid golea al Valencia con un Griezmann figura
Un doblete de Griezmann y un gol de Gameiro tumbaron a un Valencia inofensivo y mantienen a los rojiblancos en la cuarta plaza.
Y en el séptimo día de Liga antes del fin del Calderón, el partido comenzó mucho antes de que el balón corriera por el césped. Fue a las 15:30, cuando la silueta de Fernando Torres asomó por el el césped. De vaqueros, abrigo gris, jersey negro. El Niño perfecto. El Niño de vuelta. Después del susto. El aplauso del estadio fue de los que hacen cimbrear unos cimientos. Pisaba el campo aquel que hace 50 lo había inaugurado, el Valencia, en su última vez. Cuando el balón comenzó a correr, el viento a favor ya empujaba al Atlético.
Salía sin red, fuera de Champions, con la necesidad de ganar empujando las piernas. Volcó el campo hacia la portería de Alves, atropellado, pero ambicioso. Corría Carrasco por la derecha como si fuera la izquierda, amenazaba Filipe con un latigazo que obligó a la primera parada de Alves, mientras el reloj se iba hacia el minuto nueve, el número de Torres, y el Calderón cantaba su nombre. Fernando Torres, lolololo, Fernando Torres...
Entonces Griezmann robó un balón en el centro y buscó a aquel de su equipo que tiene una brújula por bota, Koke. Y Koke se lo devolvió. Y cuando el francés disparó, la grada acababa de desenrollar una pancarta que ya levantaba al viento, el Calderón te quiere, fuerza Torres, y que se mezcló con el gooool que cantó la grada como si no hubiera 55.000 gargantas, como si fueran un millón, o 46, o toda España. Goool. Lolololo. Goool. Lololo. Griezmann se alzaba lo justo la camiseta para dedicarle el gol a su gordita y este estadio que se va se lo brindaba a su ídolo, su 9, su niño, El Niño, deseando verle también en el siguiente, El Metropolitano del siglo XXI. Fue tan emocionante que, con los cánticos, con las bufandas al aire, hubo hasta quien lloró. De felicidad. Tan emocionante fue. Lololololo.
El Valencia, salvo una falta lanzada por Parejo que cabeceó Zaza, jugaba en horizontal, espeso, lento e inofensivo, superado en cada línea por un Atlético que robaba, corría e intimidaba en cada balón. Porque cuando Koke juega, sobre el césped se hace primavera. Y porque Koke conectaba con Griezmann. Y porque el Atleti tiene dos laterales que son balas, Filipe y Vrsaljko, el nuevo héroe del Calderón, y cuando ellos corren, los rivales se descosen.
El partido se fue al descanso, pero quince minutos después, el partido seguía en el mismo sitio. El campo ahora estaba volcado hacia el fondo norte, allá donde estaba Alves. Primera jugada y disparo de Carrasco que se fue fuera por centímetros. Segunda y lo intenta Gameiro. Su disparo pega en Mangala y despista a Alves. La asistencia había sido de una de las balas rojiblancas, Filipe, el hijo del viento.
El Atlético siguió empujando y Griezmann sentenció
El partido sólo tenía una dirección y rozó el tercero después de que Koke, qué partido, agarrara otro balón y buscara el desmarque de Griezmann que, solo ante Alves, y con todo para pensar, envió el balón fuera. El Valencia seguía paralizado, gris, inoperante. Como con los balones por el suelo no pasaba del centro, lo intentaría Munir sorprender a Oblak con un balón desde el centro del campo. Como aquello no funcionó, Voro tiró de banquillo. Mina y Bakkali pisarían el césped del Calderón por última vez en su vida buscando la remontada. Simeone respondió con Gaitán mientras Gameiro desperciaba un regalo de Bakkali como antes lo había hecho con una contra en la que se dejó atrapar por Mangala cuando estaba ya solo ante Alves.
Medio minuto después, fue a Cancelo a quien le temblaron las piernas ante la presión del Atleti. El tercer error en diez minutos. El balón fue un regalo a Griezmann, que buscó la escuadra contraria de Alves con un toque sutil y el balón se fue fuera por centímetros. 70 minutos después del inicio, el Atleti no había rebajado ni un ápice su intensidad. Tampoco Griezmann. Balón de Gaitán desde la izquierda que busca a Thomas, que no logra cazarlo, pero ahí delante estaba Grizi con la punta de la bota derecha lista para enviar esta vez sí, el balón a la red, y bailar con su juego de manos, mientras el Calderón había vuelto a cantar su lolololo y el partido moría con Gaitán rozando el gol en una jugada con un recorte lleno de clase. Al Calderón le quedan seis tardes de Liga y ayer veía como su equipo volvía a su sitio, los puestos Champions. Lolololo.
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