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Peligro de autocombustión

Actualizado a

Llegó la abundancia y el Madrid la gestiona mal. Cosas del fútbol y de la Liga, la competición que mide al milímetro a cada equipo. Es su magia. Comienza con los calores de agosto y atraviesa todas las estaciones, sin apenas descanso, con partidos que tienen el aire de las emboscadas, situados en un miércoles cualquiera de finales de invierno. El Real Madrid los ha digerido mal. Perdió entre semana con el Valencia y alcanzó un angustioso empate de última hora frente a la Unión Deportiva Las Palmas. La Liga, que parecía una autopista para el Madrid, ha entrado en una fase sinuosa. Llegan las curvas.

Con el regreso de Bale se anticipaba un periodo feliz para Zidane, que había tramitado con éxito varios meses de lesiones y buenos resultados. Cada baja le exigió una decisión que se reveló acertada. Zidane se movió con naturalidad en el terreno que detesta cualquier entrenador. Lejos de suspirar por la recuperación de sus estrellas, se adaptó a la naturaleza de la plantilla y obtuvo un rendimiento casi insuperable de la mayoría de sus futbolistas.

Ahora están todos, pero los resultados son peores y los nervios afloran. Aunque figuraban varios jugadores no habituales en la alineación del miércoles, se percibía un aire de menos naturalidad. Los resultados ya no ayudan. De la inquietud se ha pasado al stress. En los tres últimos partidos, con todo el personal recuperado, el Real Madrid ha encajado ocho goles. El sistema defensivo se ha debilitado, Keylor está contestado por algunos sectores de la hinchada, el medio campo necesita desesperadamente a Modric (en Mestalla fue sustituido en la segunda parte y no jugó frente a la UD Las Palmas) y el retorno de Bale ha vuelto a encender el debate sobre las obligaciones de Zidane y la escasa actividad defensiva de los delanteros.

De repente hay más motivos para la polémica que para el acuerdo. En los tres últimos partidos, el Real Madrid se ha obligado a la heroica, con resultados diferentes: derrota en Mestalla, victoria frente al Villarreal y empate con la UD Las Palmas. No parece la mejor receta para un equipo que ha perdido empaque. Deja demasiadas cosas para última hora. Le falta el trazo autoritario de su mejor periodo del campeonato, el que discurrió entre la victoria en el Vicente Calderón y el 3-0 al Sevilla en la Copa del Rey. El Madrid no transmitía dudas, ni nervios.

El deterioro de los últimos partidos sería menos grave si el equipo no transmitiera la impresión de estrés. El destemplado discurso de Marcelo tras la derrota con el Valencia se interpretó como una llamada general de atención, pero también como un reproche a la escasa ayuda defensiva que prestan los delanteros. Cada vez se habla más de distracciones y hasta de sospechosa actitud. “Lo que hacemos en el segundo tiempo deberíamos hacerlo también en el primero. Nos ahorraríamos todos los problemas que sufrimos ahora”, declaró Zidane tras el angustioso empate con la UD Las Palmas.

La expulsión de Bale resume la agitación del Madrid. Bale, que suele comportarse como un duque, se salió por la cuneta y montó un sainete de campeonato, sin ninguna justificación. En una noche que coloca al Real Madrid en una situación imprevista hace un mes, Bale marcó la temperatura del equipo. No es la más conveniente. O el Madrid regresa a una serena normalidad, o corre el riesgo de convertirse en su peor rival.