Gil Manzano y el tren del (anti) Madrid
Entre los árbitros hay un dicho, que data de tiempo atrás: “No eres árbitro hasta que no te ha atropellado el tren del Real Madrid”. A favor o en contra, eso da igual. Chocar con un problema en un partido del Madrid ha sido, desde cincuenta años atrás, la prueba del nueve para cualquier árbitro. Tanto da si el error, real o supuesto, es a favor o en contra del Madrid. En uno u otro caso cae sobre el árbitro una tormenta bíblica. Por parte de la prensa, por supuesto. Pero no sólo de la prensa. Se produce un repudio social o, al contrario, un movimiento solidario y compasivo que igualmente hace sentirse al protagonista desplazado de su eje.
Por ahí han pasado muchos. El último es Gil Manzano, que dio un penalti a favor del Madrid que ha resucitado mil demonios. No era penalti a juicio de mucha gente entre la que me cuento, como se cuentan Urizar e Iturralde, nuestros asesores arbitrales. Pero no hay pocos que ven mano, al menos refleja, en la acción de Bruno. La decisión valió dos puntos, más un récord de goles de penalti de Cristiano (57) que alimenta comentarios irónicos. Al tiempo, veo por ahí rayas que marcan arranque ilegal de Bakambu en el 2-0. Es lo mismo. Va por centímetros. Pero una cosa y otra sirven como opuestos, para abrasar a Gil Manzano.
Es el tren del Madrid, en fin. Ayer se discutía mucho sobre esto, se agrandará cuando pase el tiempo, como pasa con tantas otras cosas con el Madrid por medio. Tristante Oliva le dio un penalti al Madrid por agarrón de Marchena a Raúl (aquel célebre ‘ushiro-nage’) y eso fue el fin de sus días como árbitro. Aquello fue penalti, pero se creó tal embrollo en contra de su decisión que el hombre tuvo que abandonar. Gil Manzano había sobrevivido al lanzamiento de una bota de Arda Turan a un linier, a lo que se hizo el despistado. Ahora veremos cómo sale del atropello del tren del Madrid. O, mejor, del anti-Madrid.