Las clásicas de primavera se blindan contra el terrorismo
Los organizadores belgas han decidido llevar a cabo un plan de seguridad extremo para evitar posibles atentados contra la seguridad pública.
El invierno entra en su recta final y la primavera asoma tímidamente. Y en ciclismo esto solo puede significar una cosa: la llegada de la temporada de clásicas. De hecho, este fin de semana se disputan las dos primeras: Omloop Het Nieuwsblad (25 de febrero) y Kuurne Bruselas-Kuurne (26 de febrero). Pero lamentablemente, en esta ocasión, no son noticia por lo deportivo. Y es que las organizaciones de estas carreras belgas –y del resto que están por disputarse: Flandes, Harelbeke, Gante, Flandes…- han activado un plan de seguridad extremo para blindarse contra un posible ataque terrorista.
Hablamos de Bélgica, un país azotado por la violencia en estos últimos meses (especialmente) y que vive en alerta continua. Las directrices de la policía hacen especial hincapié en el control de vehículos, y es ahí donde aumentarán el grado de alerta: “Obviamente no podemos garantizar seguridad en toda la ruta dada la extensión, pero haremos todo lo posible para que en las zonas donde se congregan mayor cantidad de público sean seguras”, aseguró Wim Van Herreweghe, organizador de Flandes y voz de peso dentro del ciclismo.
No menos permisivo se será con el equipaje del público asistente a las carreras, medida que ya se adoptó en la pasada edición del Tour de Francia: más de 23.000 agentes se encargaron de hacer registros durante la celebración de la Grande Bucle. “Además de los cientos de policías que velarán por nuestra seguridad, nosotros, como organización, proporcionaremos más efectivos para que procedan al registro de bolsas y mochilas”, explica Van Herreweghe.
El ciclismo y el deporte no viven ajenos a lo que pasa en el mundo. Ni mucho menos. El temor se ha apoderado de gran parte de la población con los atentados recientes y éste se ha extendido a los máximos mandatarios de la mayoría de competiciones deportivas, que no quieren cargar a sus espaldas con alguna tragedia que los marque de por vida. Los organizadores belgas han sido los primeros –en 2017- que han aumentado las medidas de seguridad. Y, a buen seguro, no serán los últimos. La consigna es clara: no se tomará ningún riesgo si lo que está en juego es la vida del ser humano.