Kevin Durant (34+9) aniquila a los Thunder de Westbrook (47+11+8) en su regreso a Oklahoma City
Los Warriors se llevaron la victoria en un partido marcado por lo que sucedió alrededor del parqué. El alero fue abucheado y tuvo encontronazos con Westbrook y Roberson.
Kevin Durant no se escondió en su regreso a OKC. 260 días después de su último partido con los Thunder en el Chesapeake Energy Arena, el alero aniquiló a su exequipo en el placentero triunfo de sus ahora Warriors (114-130). Acabó con 34 puntos (12/21 en tiros y un 7/7 que refleja lo que le tembló el pulso: nada), 9 rebotes y 3 asistencias en algo menos de 33 minutos para apuntarse su particular duelo ante un Russell Westbrook que firmó mejores números (rozó el triple-doble con un 47+11+8) pero que se mostró bastante más precipitado (11 pérdidas) en una noche emocional donde las haya. Camisetas, pancartas, abucheos, vítores para Westbrook (se hicieron notar más que los silbidos al héroe convertido en villano) y cupcakes. Muchos cupcakes.
Este pastel con forma de magdalena no pudo tener mejor publicidad. Medio planeta con un ojo puesto en el primer OKC-Golden State de la temporada (a falta del duelo a disputar el 20 de marzo, los californianos dominan por un contundente 3-0 la serie entre ambos) y resulta que este postre le discutió el protagonismo al MVP en 2014. Los fans de Oklahoma expresaron su frustración hacia KD coreándole "cupcake" y portando, entre otras, camisetas con la imagen de este dulce exhibieron ante la prensa Draymond Green y Stephen Curry. ¿El motivo? Lo cuenta Lee Jenkins en 'Sports Illustrated'. Durante su etapa en los Thunder, Kendrick Perkins acostumbraba a llamar 'cupcakes' a los compañeros que se mostraban blandos. Desde entonces, los dos líderes del equipo hasta el pasado verano acuñaron la broma como propia.
Pero centrémonos en el partido. Aunque eso sí, lo realmente interesante fueron los fuegos artificiales (con el intercambio de pareceres con Westbrook antes de un tiempo muerto y el choque de cabezas con Roberson como momentos álgidos) en torno a una trama sustentada en un guion tan previsible como repetido. Los Thunder, hipermotivados, arrancaron mejor y llegaron cosechar rentas de 7 puntos en los primeros compases. No es casualidad que Westbrook, queriendo involucrar el resto de sus compañeros, sumara 2 puntos en su cuenta mientras el marcador mostraba un 17-10 favorable a los locales. Pero cuando Golden State empezó a anotar con fluidez, Russell cambió de parecer. No ayudó que el resto de 'thunders' tuviera la mirilla desviada, así que las ganas de reivindicarse pegando un puñetazo encima de la mesa ante su antiguo socio le acabaron jugaron una mala pasada. No hay nada que reprochar a su entrega, corazón, coraje y sacrificio, pero en su yo contra el mundo los truenos salieron malparados. No sacaron partido del único momento en el que Durant titubeó (2/8 en tiros en el primer cuarto). Entre Curry (en un discreto segundo plano completó un partidazo: 26+8+9), JaVale McGee (Pachulia no llegó a tiempo a su reencuentro con Westbrook, pero su sustituto hizo pupa bajo el aro) y la salida de Iguodala desde el banquillo, los Warriors tomaron el mando (24-30 al cierre del telón en el primer acto).
Ya en el segundo, la tormenta cambió de rumbo y se precipitó con extrema violencia contra los Thunder. Un 26-43 de parcial al que se sumaron los triples de Klay Thompson (otros 26 tantos para la mitad de los Splash Brothers) y el despertar de Durant. Tras el descanso (50-73), Adams, Oladipo y sobre todo Westbrook decidieron rebelarse contra su destino. Una misión tan loable como suicida. Russ anunció a KD que llegaba minutos antes: "I'm coming". Más que un aviso de remontada, se trataba de un mensaje a quien ya sabemos. Y eso que entrados en el cuarto decisivo, OKC llegó a situarse en un par de ocasiones a una docena de tantos de distancia. Pero nadie se creyó que pudieran voltear la situación. Tampoco el público del Chesapeake, lleno a reventar. La recuperación de garganta y consiguiente aumento de decibelios tuvo un efecto contraproducente. Majestuoso, como el killer infalible que es, Durant decidió que hasta aquí habíamos llegado. Lo decíamos antes, el guion estaba escrito de antemano. En su partido número 327 en OKC, en el primero como visitante, el verdugo tenía que ser él: Kevin Durant, tan determinante en ataque como en defensa. Promedia 37,6 puntos, 9,3 rebotes y un 65% en tiros en los tres partidos disputados ante sus ex. Superior.