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Fue la sensación que dejó ésta famélica Selección Sub 20 de Colombia. Como era de esperar, la caída ante Ecuador no solamente previsible, sino la ratificación de la pobreza ofensiva nuestra, donde nunca se pudo medio avizorar un grupo con sentido de equipo. “Piscis” realizó cambios, buscando una cara más amable en cuanto a juego. Por eso dos nuevos laterales, Fuentes y Castro, un poquito mejor en marca que Chavera y Arroyo. Pero sin claridad para subir en plan de apoyo. 

La permanencia y continuidad de Quiñones es inexplicable. Realmente dispuso de tiempo para exhibir su calidad y nada demostró. La goleada al final, orquestada por Cabezas, desnudó y ratificó la pobreza de esta Selección. Ahora vendrán las disculpas habituales. Que faltaron partidos de preparación y la ausencia de Ceter determinante y algunas otras invocaciones. Lo cierto es que “Piscis” perdió el tiempo averiguando y escogiendo a los jugadores. 

Lo más preocupante es saber que en la categoría Sub 20, a no ser que los equipos profesionales, los tengan escondidos, estamos muy mal. Es probable que antes de llegar la noche, obliguemos, por el bien del fútbol, a que en la Dimayor establezcan una norma para que al menos, en cada partido, haya un Sub 20 por equipo. Así resultaría mucho más fácil y práctica la elección. 

Por lo pronto, el último lugar en el hexagonal, es una cachetada dura y difícil de asimilar. El 3-0 fue lapidario y sólo nos resta esperar el desenlace frente a los brasileños. Mientras Ecuador acaricia y con buen puntaje su presencia en el Mundial de la categoría, nosotros requerimos de una sacudida fuerte. Muchos de los ecuatorianos Sub 20, llegaron de la Sub 17. Nosotros no elegimos ese camino y cada Selección resulta una isla en nuestro fútbol.

Espero que la Sub 17, con Orlando Restrepo a la cabeza, resulte más competitiva y con ganas de ser protagonistas. 

Perdimos jugando muy mal, dando la sensación de nunca haber estado en etapas de entrenamiento ni conocimiento.