Boateng: "Gasté dinero en ropa, coches y clubes nocturnos"
Habló para 'The Guardian'. Contó lo turbia que era su vida antes y cómo Mandela le ofreció casarse con una de sus hijas, entre otras muchas anécdotas.
Kevin-Prince Boateng tiene 29 años y hasta el momento ha tenido una vida cuanto menos extravagante. El jugador se sinceró en 'The Guardian', donde habló de su discurso para Naciones Unidas acerca del racismo (decidió abandonar el campo al sufrir insultos cuando jugaba en Milán), de que Nelson Mandela le ofreció a su hija, de su inadecuado estilo de vida y de muchas otras cosas más.
Naciones Unidas: "Fue increíble tener la oportunidad de expresar cómo me sentía, lo que había visto y experimentado en mi vida. Pero estaba allí por una razón muy negativa".
Abandono del campo: "Fue una reacción automática. No lo haría otra vez. Tenemos una responsabilidad, pero no podía soportarlo más y guardármelo para mí".
Racismo: "Tuvimos muchas ideas pero no cambiaron nada. Sólo decir 'no al racismo' no sirve. Claro que puedes conseguir jugadores como Ibrahimovic, Neymar, Messi o Ronaldo porque tienen visibildad, pero, ¿qué han hecho ellos contra el racismo? Es gracioso que eligieran a un jugador para dar un discurso en Naciones Unidas y me eligieran a mí".
Su antiguo barrio: "Allí la regla era 'o mueres tú o muero yo'. No teníamos mucho dinero y para mí estaba bien porque no conocía otra cosa mejor".
Traspaso al Tottenham: "Parecía viejo. Tenía 20 años. Cada noche estaba fuera hasta las seis. Pesaba unos 95 kilos, hinchado de beber alcohol y de la mala comida. Pensé que no quería ser ese tío y llamé a mis amigos para que limpiaran mi frigorífico. No bebí, no salí, empecé a cocinar, comía sano. Todo empezó porque Martin Jol me dijo que no me quería después de un mes. Pensé que si no me quería que disfrutaría mi vida. Ahora me doy cuenta cómo de malo fue: seis días a la semana en clubes nocturnos, bebiendo durante casi un año... Pero sólo tenía veinte años".
Mala vida: "Gasté serias cantidades de dinero en clubes nocturnos, ropa y coches (tres en un día). Intentas comprar la felicidad. Como no podía jugar al fútbol, me compré un Lamborghini. Aún conservo una foto: tres coches, una gran casa y yo de pie como si fuera '50 Cent'. A veces la miro y pienso lo estúpido que era, pero me hace ver que he aprendido y he madurado. Una mañana me levanté, miré al espejo y pensé que ese no era yo. Que yo era futbolista".
Klopp: "Es el mejor entrenador del mundo. Sabe cuándo necesitas agua, te empuja... Los jugadores del Dortmund que jugaban cinco minutos en seis meses estaban felices porque les hacía sentirse importantes. Moríría por él".
Etapa en el Porthsmouth: "Casi no jugué durante tres años y era todo lo que yo quería. Me dijeron que el estadio era pequeño y les dije que no me importaba. Me dijeron que el campo está en malas condiciones y les dije que no me importaba. Me dijeron que no tenían dinero y dije que me daba igual. Me dijeron 'este es el contrato' y lo firmé. Me encantó jugar allí".
Encuentro con Nelson Mandela: "Hay tres personas a las que siempre había querido conocer: Michael Jackson, Muhammad Ali y Nelson Mandela. Sólo conocí a uno. Él estuvo en prisión durante 27 años por levantarse por sus derechos. Debería estar enfadado con el mundo pero estaba calmado, sentado y saludando a todo el mundo. Afortunadamente rompió el hielo. Era el Mundial (se acababa de enfrentar a su hermano Jerome, que jugaba en Alemania) y la gente me llamaba 'David Black-ham'. Era como una estrella. Cuando entramos en la sala me dio la mano, tiró de mí y me dijo que su hija quería casarse conmigo. Yo le dije que lo sentía, pero que ya tenía novia y él me contestó que tenía otras más guapas. Todo el mundo se rió. La pena es que no tenga más que una foto, porque los flashes le dañaban los ojos".
Fichaje por el Milán cuando pensaba que se iba al Genoa: "Le dije a mi agente que si estaba bromeando y que me encantaría. Me fui de fiesta y a la mañana siguiente me llamó a las ocho. Aún estaba cansado. Me preguntó que si había entrenado y le dije que sí, pero era mentira. Estaba disfrutando de mis vacaciones. Estaban todos allí: Ibrahimovic, Robinho, Pirlo, Gattusso, Ronaldinho, Thiago Silva... Llamé a mi hermano para decirle que estaba sentado al lado de Pirlo y que me habían dado la antigua taquilla de David Beckham".
Ibrahimovic: "Puedes pensar que es arrogante pero es exactamente lo contrario. En el campo es serio y profesional, pero fuera es el tío más divertido del mundo".
Gattusso: "Tenían una superestrella en cada posición y lo más increíble es que yo estaba jugando. Quizá Gattusso era el que menos técnica tenía, pero corría durante 120 minutos como un psicópata".
Golazo con Tana: "Pensé que iba a la gala de la FIFA. Iba a ser el mejor día de mi vida después del nacimiento de mis hijos. Siempre había querido ir, incluso si fuera por el premio al juego limpio. Creo que si vas allí, aunque sea por alguna cosa estúpida, eres uno de los mejores. Pensé que me llamarían pero alguien me explicó que el mejor gol no es a nivel colectivo, sino individual. Incluso le había dicho a mi esposa que nos iríamos a Zurich y una semana más tarde, cuando ella me preguntó, le dije que lo olvidara, que tendría que marcar otro gol".
Consejo a los jóvenes: "No quiero que malgasten su talento. He dado ejemplos de cosas que hice realmente malas. Cometí errores en mi vida. Ahora estoy bien, pero no quiero que les marquen esas estúpidas cosas que dejan marca para siempre como 'chico malo', 'bebedor' o 'fiestero'. Algunos periódicos aún tienen esa imagen de mí, pero vamos, yo hablé delante de las Naciones Unidas. Dime un jugador que haya hecho eso".