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Kempes y el factor de desarraigo

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Mario Alberto Kempes era y seguirá siendo embajador del Valencia. Lo quiera Meriton a su lado o no. Otra cosa es que le paguen por ello. Siempre que de una entrevista o escriba un tuit se le escuchará. La suya es palabra de mito. El mismo, por cierto, al que tras colgar las botas y durante décadas pocos dirigentes valencianos le quisieron en su mesa. Fue hace solo cuatro años cuando Amadeo Salvo anunció su regreso al Club, y lo hizo en modo mediático y con Manhattan de fondo. Una vinculación mantenida hasta el último día de lo firmado por Layhoon.

Posiblemente Kempes haya sido un 'empleado' peculiar y hasta díscolo a ojos de un magnate como Peter Lim. Seguramente en otro ámbito, Kempes hubiera sido cesado al primer tuit con crítica al dueño o al instante de decir en Radio Marca que entendía que Gayà quisiera irse al Madrid. Pero, en el fútbol, como me decía un amigo: "Un mito como Kempes puede decir lo que le rote y ya luego el club vestirá el santo como pueda". Como sucedía con Di Stéfano o Cruyff. Con Kempes, ahora, creo que el club no ha fallado en las formas. Se le mantuvo hasta lo que tenía firmado por contrato y se le comunicó cuando pudieron decírselo en persona por respeto. Con Kempes, esta vez, en lo que falla el club es en el momento y el fondo. Porque Meriton hace aguas en su arraigo con el valencianismo y si querían caldo, dos tazas.